Buscando un rumbo hacia mi norte
terminé en el sur de mi tormentoso cuerpo,
comprendiendo así ese confinamiento absurdo
de mis sentimientos.
Sentidos que no entienden de océanos,
que levantan el vuelo entre versos errantes,
entre mi mundo y tu estela,
entre las costuras de mi purgatorio y el encaje de tu risa.
Entre mil volteretas saborearte
es una de mis predilecciones.
O sentarme en tu mirada
esperando que alumbre auroras.
Entre cien caminos fuiste
refugio para mí dolor,
entre ciudades y estatuas
mi arte es tu belleza
que se comprende
entre la distancia y la lejanía,
así es este amor en exceso, entre latitudes.
Amor que eres primavera en mi invierno,
aleación de mis latidos con la polifonía de los tuyos,
que no hay suficiente distancia para mis versos,
ni altitud, ni anchura, ni cielos o avernos,
para que esta latitud no sea más que
un vocablo que mi pluma camina.
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