Una triste flor,
marchita y mustia,
sus pétalos caían,
el viento la besaba,
su tallo acariciaba,
mientras se desvanecía.
Sus recuerdos se expiraban,
su belleza se perdía,
mientras el sol la castigaba
la lluvia le mostraba compasión,
ya no cumplía su misión
en el jardín de la alegría.
Las estrellas la miraban,
y encandilaban con su brillo
enalteciendo sus sentidos,
se inclinaba ante la Luna,
la cual como su reina,
le quiso dar ayuda.
Poco pudo hacer,
la dueña del manto nocturno,
pues al tiempo no pudo vencer,
le dio un beso y un susurro,
y contenta se pudo ir,
al poder conocer
la…
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