Preciosa con su bata blanca, podía escucharla tras el cristal enseñando a sus alumnos.
Era su cumpleaños y quería invitarla a comer. ¡Qué orgulloso se sentía de ella!. Y qué culpable por las lágrimas que derramó en su nacimiento. Lo supo después, ese cromosoma dividido… fue mucho más que amor.
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