Cuándo ella dijo; ya no te quiero,
fue cómo un rayo fulminante en la tarde sin tormenta.
Lloró en silencio, igual qué el canto triste de los pájaros.
Cuándo ella le dijo; ya no te quiero,
fue cómo el impacto de un asteroide,
en un planeta dónde la alegría, es sólo la amargura de los qué sufren la cobardía de no amar.
Cuándo ella dijo ya no te quiero;
el sé encontraba a mil millones de adiós, lejos de su voz, tan lejos, que enfrentó al amor, amó y lo amaron.
Cultiva Rosas, contempla el sol.
Siempre dice te quiero, el viajero del amor.
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