Detrás de mis pasos,
siguiendo mi estela,
me siguen palabras
bonitas y adversas.
A la pálida luz
de una trémula llama,
qué consume la cera,
de una vela pequeña.
Soy para unos,
alegría en las venas
soy para otros,
la sombra postrera.
Para todos soy sueño,
para algunos,
soy pesadilla eterna
de la que nunca despiertan.
Soy la blanca paloma
con la que algunos vuelan,
soy la blanca luz
con la que otros se queman.
Para él, como miel
en la piel,
Para mí, blanco acero,
clavado en la sien.
Pero todos acabamos igual,
muertos, de blanca muerte
¿O quizás, blancos, de la muerte?
etiquetas: vela, miel, diana, sien 376 lecturas versoclasico karma: 117