Sin sustento ya no hay calma,
ahora sé que no hay perdón,
se ha cortado aquel cordón
que tiraba de mi alma.
Una parte de razón
se te pierde si algo falla,
y en tu mente se detallan
soledad y confusión.
Es mi frágil decisión,
un letargo entre las cañas
y una cierta distorsión
del recuerdo de mi infancia.
Tú me enseñas la constancia,
tú me muestras compasión,
aprendí de tu elegancia
a no entrar al "callejón".
Ahora invierto mis palabras
y convierto en oración,
que !por Dios!, si me rescatas,
no caeré en su interior.
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Es muy bueno!
Saludos