Veo mi muerte a través del espejo que sostengo con mi mano,
el impacto merma mi fuerza tirándolo
y se rompe en mil pedazos,
será que me he vuelto inmortal
o será que mi reflejo se ha marchado.
La nostalgia se aleja por instantes
como abeja de un panal
y de la misma manera trae consigo
un poco más de qué alimentarse.
Las brisas tiran memorias enredadas
entre sonrisas de viñedos
y copas de añoranza,
lleva a veces un vestido de flores blancas
y su sombrero de esperanza innecesaria.
Sus pies ligeros resuenan
como truenos lanzados del Olimpo
todo a causa de sus míticos tacones negros
que destruyen mis pláticas con Morfeo.
La noche cae y con ella las palabras,
mis silencios hablan más de la cuenta
y tú que ni cuenta te das,
sigues callada mientras tu recuerdo
fúrico grita desesperado su desgracia.
La pena no es por su partida,
sino por lo que pudo haber sido,
no sólo de pan vive el hombre
y a mí que me dejas en la hambruna
del manjar de tu boca rosada.
Ya las llamas del desconsuelo me alcanzan
y busco apagarlas con agua de gotas saladas
con una lluvia de falsas esperanzas,
el fuego ingrato sólo mira con desdén
y calla.
No te quiero... sin embargo lo hago,
como el ave que desea emigrar con miedo en las alas,
como estrella que teme a la obscuridad callada,
como manto que no cubre nada.
Mañana al igual que hoy
el sol saldrá de nuevo, a pesar de todo,
hasta de ti.
Y yo con la cara al cielo
gritaré de lo más profundo de mi alma
te amo, cierto es que lo hago,
y ahora,
sigue tu camino
que yo te seguiré seguro, desde mi rincón en lontananza.
etiquetas: mes, recuerdo, añoranza, olimpo, morfeo, poema 159 lecturas versolibre karma: 66
y a mí que me dejas en la hambruna
del manjar de tu boca rosada." Es una imagen bellísima.
Precioso poema.