A veces la luna me habla de ti
y tras abrir tu cajón,
descubro que ahí siguen
intactos,
aquellos días tan tuyos y míos, tan nuestros.
Y vuelven tus manos,
tu risa y tus besos
lentos,
y me recreo en tu cuerpo
como si no hubiera pasado el tiempo.
Él decidió por nosotros
nunca nos quiso esperar
tirano y caprichoso,
pero tú y yo, llenos de vida y de dudas
ya le habíamos robado retales preciosos.
Cuando mi mente tropieza contigo
la inundas por días y tu eco
tan intenso,
retumba como las olas
bañando mis sueños.
Y aquí me tienes
tantas lunas después,
tuya e insomne,
porque esta vez no encuentro la llave
y esta vez no cierra el cajón.
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Saludos.