Dicen que no puedo pisar este campo
aquí donde siempre te escribo,
que esta tierra, misma que la de allá,
pertenece a un señor que nadie ha visto.
Dicen que suyo es hasta el barro
suyas son las hojas, el toro y el viento.
Delito ahora es vestirse de su fango
y mirar lo que a través de sus rejas miro.
Delito ahora es el becerro enamorado
que a amar lejos del umbral se atreva,
y será crimen incluso el amor más tierno
ese que los niños llaman de verano.
Dicen que no puedo pisar éste campo
aquí donde siempre te escribo.
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