Húmedo atardecer, paso a paso.
Este naufragio sin pasado
de bosques con viejos horarios
de lago cargado de ventanas.
Ventanas sin reloj, con grietas y gemidos.
Me dijiste que eras álamo.
Y tus ramas, una lengua borracha de sueños.
Una lengua astillada de incertidumbre.
Me dijiste que eras distancia. Lejos. Muy lejos.
Subí la persiana.
Medio rota, como algunos amaneceres.
La mesa y yo. El mar de estos versos.
El fondo. Del instante, de esa paloma que canta.
Que canta y olvida. Que busca y cierra. Y olvida.
Escapo de las nubes. De la acera y el tálamo.
Y resbalo en medio del granizo
de este naufragio sin pasado,
de rincón cargado de puertas.
Puertas sin himnos, sin banderas. Sin sombras.
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