Elogio de lo imperfecto
Manos rugosas y ajadas,
trabajo.
Ojos contorneados por
arrugas laberínticas y profusas,
risa.
Nariz torcida,
por fuerte golpe,
en el tajo.
Durezas, callos,
camino sobre rocas,
arena, asfalto,
pie descalzo.
Simpática torcedura
de un rebelde diente
que quiso ser diferente,
ternura.
Rigor de pelo encrespado,
aun peinado,
se inclina hacia el otro lado,
ondulado.
Corva espalda tras cavar,
extirpar las malas hierbas,
dar engendro a las semillas
cuyos frutos quedaran,
cosechar.
Rasguños en las piernas,
cardos en el campo,
el suelo de tu paseo,
brisa, hálito.
Una papada incipiente
manteniendo un libro
en el regazo,
lectura,
un mundo pendiente.
Cara de porcelana,
perfecta y hueca,
llena de vacío,
vana bagatela.
¿Donde estará lo perfecto?
¿por qué el imperioso afán
de hallar lo que no se halla
en algún lugar?
Es mi imperfección
la que me ampara,
la de los demás
no es tara,
¿quizás una belleza rara?
Checha, 23 de junio de 2020
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