En la carne, las llagas, los golpes,
de quien estabas enamorada.
Te quema el amor en la cara morada
los huesos crujen, se rompen.
Los besos de mariposa,
ahora son estoques
que tu vientre atraviesan
que te abren las venas.
Palabras que son dagas
que en tu pecho se clavan
en noches amargas.
El fruto de tu vientre
apaga su mirada,
mientras llueve salado
en los lados de su cara.
En una de esas noches
las palabras son golpes
y los golpes puñaladas
treinta y siete, son contadas.
El brillo de tus ojos se apaga
ha nacido otra mártir
ha muerto otra mirada.
El fruto de tu vientre
ahoga su llanto bajo la cama.
El miedo le atenaza,
su protector ha vuelto la espada.
Inocencia mancillada,
ha muerto otro ángel
hasta la muerte está desolada.
Ven mi niño, ven
no me tengas miedo
cógeme la mano
que yo guiaré tu alma.
Duerme mi niño, duerme
que yo te canto una nana.
Él dice que eran suyas
no hay remordimiento.
Para un asesino cobarde,
primera fila en el infierno.
etiquetas: remordimiento, cama, espada, puñaladas, llagas, mariposas 498 lecturas versolibre karma: 137
Estupendo
Me alegra mucho que la poesía también sirva de vehículo para denunciar situaciones tan lamentables como la violencia de género.
Admirable.
Saludos.
Lo que dices, es imposible de entender tanta maldad. Es horrible comprobar que un "ser humano"... pueda llegar a ensañarse de esa manera con una mujer y hasta con sus propios hijos.
Un gran poema, Pedro!