Están las nubes quietas,
quieta la sombra de los pájaros
la copa rectilínea del ciprés
la luz de la montaña
el río, el puente
el agua
el alma de la fronda...
Las hojas de una ráfaga
se quedan detenidas
en el viento
y el grito
suspendido de una rama.
Quieto el silencio
en medio de los campos.
Quieta la línea de la tarde
que no avanza hacia el ocaso.
No late el corazón
del cielo.
En los caminos
se detiene
el desconcierto.
Y nosotros...
parados en el borde
-entre el tiempo y el aire-
desorientados
en medio de la arena
y a la espera
-con la lluvia en los ojos-
Nosotros...
gregarios.
Refugiados bajo el árbol
milenario
sin saber ni adónde...
...dirigir nuestros pasos.
Nosotros...
inquietos.
Rompiendo los días
y la inercia de los miedos.
Abrazados a la utopía...
caminaremos.
Junio 2020
Foto de mi autoría.
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gregarios.
Refugiados bajo el árbol
milenario
sin saber ni adónde...
...dirigir nuestros pasos"
Hermoso texto querida María. Me pusiste meditabundo al respecto. Felicidades
Abrazos cariñosos
Qué precioso poema, amiga!
Besitos.
Que sutileza, super...
Un beso María
¡Qué hermoso poema! Te cuento que por acá el agua no está quieta. Llueve, llueve...
Gracias, César! La utopía nos llena de perspectivas. Saludos, compañero!