Me refugio bajo el ala
de un minuto de paz,
el estruendo sigue afuera
mientras nuestros dientes rechinan...

Toda promesa es hueca
en éste bosque de vacíos,
que acuna aves asustadas
en sus cuencos...

Se desgasta la esperanza,
entre las manos se va el agua...
Mansos entramos en la madriguera
con una reserva de incertidumbre
que alimentará nuestros días.

La tranquilidad,
esa copa tan anhelada
que se nos niega
y se cuartean los labios
buscando ese elixir...

Las sienes se nos inundan
navegando en el mañana
(si es que lo hay),
teniendo la confianza
de que, pasando el diluvio
se nos muestre el arco iris...

Ojalá la fe sea la roca
y la confianza sea
al menos como la de Job;
que la empatía sea sembrada
brote y se multiplique...
Y que la recompensa sea
el abrazo, la compañía
y la presencia de cada ser...

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Refugio
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2020