Cada día me asomo
a mirar nuestras ruinas,
y vuelo sobre el silencio
de un imperio devastado.
El tiempo no cura nada,
esconde los restos,
los cubre de polvo,
los envuelve en lodo.
Pero el silencio,
sostenido en el tiempo
es terciopelo entre mis dedos,
suave brisa sobre mi pelo,
luz del ocaso en mi pecho.
Porque en nuestra guerra
las palabras eran cadena,
y los minutos, hueca espera.
157 lecturas versolibre karma: 88