Se quedó
un instante pensando
(en el cuento o la vida, en el ser y la muerte)
cuando le preguntaron:
-¿Qué te llevarías a una isla desierta?...
¿A quién,
hoja, animal, libro o viernes,
se cuestionaba a sí mismo,
iba a contarle
todo lo que tenía en mente
construir y crear
para salir de la nada sin llegar al vacío?
Entonces,
con demasiada humanidad,
con demasiada luz,
tan sólo se limitó a responder:
-Una multitud. Una multitud.
[Abel Santos]
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