Tus labios son las alas de una mariposa;
en ellos cabe la primavera de tu voz.
Tu pelo es oro fino que quiere llevarse el viento,
espejo en el que tantas veces el sol he visto.
Desde que vi tus ojos el verano me parece gris.
Tu cuello es la angosta senda de mis labios
donde tantas veces los he olvidado.
Tus pechos son dos campanas de cálido metal
que mudas y temblorosas me llaman.
Tu espalda tiene la elegancia de la piedra,
piedra que acaricia y respira.
Tu cintura, que apenas escapa de mis manos,
tiene toda la gracia que he soñado.
Tus caderas son como las olas del mar,
no se cuando ni adonde me van a llevar.
Tus piernas son como dos bellas hermanas
que tocan la música de tus pasos a medias.
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