Vivo atormentado
por toda una muchedumbre
de demonios
que no me dejan ser.
Pululan a diestra
y siniestra mía,
y hay incluso,
una cantidad considerable
de demonios,
que, obstruyendo mi andar,
cuelgan de mis espaldas
y de mis pies.
Existen los que parecieran
de gigantescas proporciones,
cuando en realidad
son diminutos,
o al menos eso
me han asegurado
algunas personas,
que dicen haberlos visto
con sus propios ojos.
Independientemente
de su tamaño real,
yo no logro
vislumbrarlos objetivamente,
así que su tamaño real
me resulta indiferente.
Existen, además, los demonios
que me atormentan
en las noches,
mostrándome imágenes
terribles
que no quisiera
contemplar,
impidiéndome así,
conciliar el sueño.
Cómplices de estos últimos,
existen también aquellos
que me encadenan
a rutinas tan autodestructivas,
que pocos hombres
y mujeres podrían
siquiera imaginar,
al no vivir infestados
de demonios.
Otros, en mi haber,
murmuran palabras
al oído,
dichas por otros,
por lo que no hacen
más que reforzar
los efectos negativos,
que, como una maldición,
estas palabras han
surtido en mí.
Existen, claro está,
además de todos
los anteriores,
mis miedos y mi angustia,
entre otros demonios
notabilísimos,
y hasta ciertos
demonios que preferiría
nunca jamás nombrar.
Todos trabajan
en conjunto,
procurando
mi perdición.
Siendo yo,
un simple mortal:
¿qué puedo hacer
para vencerlos,
si a tal grado,
han conseguido
consumir mis fuerzas?
139 lecturas versolibre karma: 91