Hablando palabras mudas,
diciendo lo indebido,
surge la melodía,
de aquello prohibido.
Mentes estrechas de lenguas cortas,
se enredan a la rosa que es mi lengua.
Rosa, no por belleza, por pasión,
roja, como el peligro.
Rojo, que brota al sujetarla,
que estalla en tu mirada,
que escarcha tu alma.
No interrumpas el deseo
no perturbes su reposo,
de tu lengua, mi oído,
de mi boca, el resto.
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