Venía caminando, lejos de la razón
Cerca al sol.
Sola, frágil, e insolente.
Venía, sola.
Sin un beso, ni una rosa.
Con su caparazón rosa,
Sus manos frías.
La gente, camina; cerca a un círculo vicioso.
Nadie mira, todos ríen.
Con su velo tapando, su rostro.
Con el rostro livído, con las manos frías, venía caminando.
Sus tripas, crujiendo; pidiendo a gritos, alimento.
Frente a mí, los niños están jugando.
En la farmacia; los medicamentos, son un dulce de cada día, para los hambrientos del alma.
Como cual golosina, compra un niño.
Como frío atardecer fugitivo.
El viento toca mi cabello, negro.
Lo sopla; caminó al velo de medianoche.
Triste reina, de atardeceres luminosas.
Versos divinos.
Piel sedosa, que seduce a los gusanos del mediodía.
La ilusión, rompe el silencio, del velo rosa.
Del pelo negro, en silencio, cierro mis ojos, delirio eterno, llegó la hora; esa hora del sueño, juntó al velo rosa del ruiseñor de mis sueños.
¡Eterno Adiós!, que la rosa del velo, con una sonrisa, ha despedido.
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