Oscuridad, hermetismo, sigilo y misterio,
miedo y agonía dormitan en silencio.
Con mis párpados anidados cada noche
los despierto, con mis pesadillas, con mis sueños.
Entonces no respiro, me muevo, no puedo,
los miembros no puedo moverlos,
mis neuronas, ellas, ahora mandan solas.
Me espían, me seducen me engañan,
la noche les encanta.
Envuelto en un manto de agonía, gritos y sollozos,
ríos de sudor se desbordan por mi cara, vueltas
y más vueltas en la cama, hasta que un hálito
de luz, llega a mis pupilas que se agrandan.
Tu, dulce adorada, compañera de mi alma,
con solamente un ¡click¡ me llenas de esperanza.
Siento como tu mirada adormilada, arrulla
mi mirada, perdida y asustada.
Para mi las noches, se convierten en mañanas,
adoro la luna blanca, esa luz mortecina
se convierte en mi aliada y escribo y te miro y suspiro,
como te voy a hacer feliz, si cada noche te vivo
y al llegar el alba te olvido.
118 lecturas versolibre karma: 57