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Por los siglos de los siglos paternidad equivocada

Padre ¿por qué me has abandonado? preguntó el hijo herido, preguntó el hijo dolido, preguntó el hijo agonizante. Si quizás el hijo hubiese vivido un poco más el padre le hubiese contestado; en este caso y en muchos casos no hubo ni habrá respuesta pues ya los hijos han muerto. Han muerto porque han decidido morir, han muerto porque se han suicidado, han muerto porque los han asesinado. Se vive en un mundo sin padre y quienes quieren serlo son juzgados, se vive en un mundo que no respeta a la autoridad pues ésta está sólo en los momentos más convenientes, se vive en un mundo que no conoce el llanto, que no conoce el abrazo pues nunca se le ha enseñado, siempre se la ha vetado, en ese mundo lleno de fracturas, lleno de ausencia, lleno de insatisfacción, lleno de inconformidad, lleno de ejemplo inasistente, lleno de juicio injusto, lleno de pérdida, lleno de luto, lleno de mentiras por justificar, lleno de mentiras blancas que buscan impresionar o al menos que no se indague más, lleno de inocencia incomprendida, lleno de hipocresía. Al final de todas esa inquietudes anexadas a la primera, histórica además y con un legado ancestral, muchos se preguntan "¿nos rescatarán algún día?"

Resucitar ¿para qué? si ellos están vivos, matarlos ¿con cuál fin? si el mundo debe verlos y señalarlos, denunciarlos, ¿cómo? si los entes pertinentes no te prestan atención y violan tu derecho a la defensa y justicia aunque te vean golpeado, reconciliación, ¿cómo? si ya han pasado a otro plano, si llamaran no se les contestaría, si se les hablara no entenderían la lengua pues ésta ya ha evolucionado, si los buscarán no los encontrarían, aunque siempre los vean, el paradero sigue siendo desconocido, seguirá sin haber forma de conseguirse sin contactarse. Tal vez a partir de todas esas propuestas refutadas se adopten actitudes de intransigencia, sucede que si el algún momento se quiso resucitar ahora la negación es rotunda.

No se quiere que se hagan leyenda o religión por profesar a costa del sacrificio, no se quiere que se viole el derecho de autor dejando que otros publiquen lo que se dijo, no se quiere que el sudario se exponga por miles de euros que beneficiaran a otro; tal vez por esto se sigue encerrados y enterrados si dependiera de ellos su tumba sería tapiada no sólo con una piedra enorme sino también con un monte Sinai, sin cumplir el cuarto ni ninguno de los mandamientos, las madres serian advocaciones marianas víctimas de diferentes falsos ángeles que las engañaron diciendo que tendrían bendiciones "bendito sea el fruto de tu vientre".

Padre nuestro "santificado sea tu nombre" al llevarlo de primero y hacerlo perdurar por años, las madres si los venderán pero no los venderan en un entorno de decadencia, pobreza, escasez y angustia, los venderán en un entorno de progreso, riqueza, abundancia y bienestar. Al paso del tiempo han aprendido cómo usar herramientas, como cambiar cerraduras y grifos, a medir el aceite del auto, a diferenciar el de caja y el de motor, a manejarlo y a lavarlo, a pintar las casas y a echar mezcla para frisos nuevos después de desatornillar para nuevas mudanzas.
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Vacunadlos contra la depresión

Padres del mundo,
  sabed
que el alma también se acatarra
con un virus feroz,
que cuando no mata
  desgarra.

Padres del mundo,
  intuid
que hay también inviernos helados
en los cuarenta grados de agosto.
Y hay vientos huracanados
que congelan los corazones
que juegan
  desabrigados.

Padres del mundo,
  entended
que no hay jeringuilla ninguna,
ni jarabe, ni pastilla,
ni espray,
donde condensar la vacuna
que les dé la inmunidad
para su primeriza
  luna.

Padres del mundo,
  encontrad
bufandas para la autoestima;
tejed a mano jerséis
que mantengan su calma caliente;
y nunca jamás les dejéis
exponerse en soledad
al frío más punzante
  e hiriente.

Padres del mundo,
  velad
y al ver las primeras fiebres
tiene que verlo el galeno.
Y, por lo demás, ya sabéis:
caldo de gallina y amor,
mantas con gran comprensión,
paños impregnados de ayuda
y mimos para
  el corazón.

Padres del mundo,
  cumplid
con vuestro oficio
  más sacro.
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La fé más efímera

Mi desdicha más repudiada
Mi miedo más desolador
Mi pérdida más temida,
El dolor más abrumador
El odio más acosador
Y la desgracia más evolucionada.


No tenerlo a él,
Eso lo ha sido todo
El desprecio más cruel
El orgullo más tonto
Que ha podido haber.

Dudo de su querencia
Pues sus palabras atormentan
Sus preguntas me hacen
Querer sufrir de demencia,
Lo que mis sentimientos intentan
Es producto de su indiferencia.

Ansío locamente su amor
Me desespero por su sonrisa
Me desvelo por sentir su calor.
Anhelo una acertada caricia
Un cumplido de aceptación
Un aliento a mi esperanza
Un susurro tranquilizador
A la tenue luz de una vela
Tendida en mi habitación.

Si tu preocupación
Está llena de angustia,
Si se colma de desconsuelo
Si se desborda en la desesperación
Si me defiende de la tiranía
Si me levanta del más profundo agujero.

¡Ya no lo quiero!

Porque es mi más vil deshonra
Mi vergüenza más desconcertante
La violencia más atroz
Tu descaro más agobiante
La manipulación más veloz
El caos más inquietante.

Reina después de la tragedia
El ahogo más asfixiante
El desierto más bochornoso
La caída más aparatosa
El silencio más ruidoso
El llanto más exuberante
La ausencia con mas envidia
La traición más ambiciosa.

Por desgracia ésto lo debo a tí
Si aún te puedes llamar querido...
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Bailar con tus zapatos

Pinto con los colores de su habitación
en un cuaderno pequeño
pero atestado de recuerdos.
Tantos recuerdos felices,
mínimo uno por día
durante los últimos diez años.

Al principio pensaba
que bailar con tus zapatos
sería una tarea imposible
… y lo sigue siendo.
Porque puedo adivinar tus reacciones
pero tu mente, sin embargo,
sigue siendo un misterio
que no resolvería ni con el Enigma de Alan Turing.

A veces lo único que puedo hacer
es asentir cuando bailas,
intentar llevar el ritmo correcto
y decir que todo va a salir bien.
Pero pierdo el compás durante un segundo
y te enfadas
por alguna tontería.

Pero nunca dejamos de bailar,
y me muevo de izquierda a derecha
intentando esquivar mi trágico sentido del ritmo.
Y, algunas veces, termino agotado
por no saber esquivar tus golpes
o adivinar tus deseos,
el cariño que necesitas
o cuánto necesitas rechazarlo.

A veces pienso
que para estar conmigo
ha sido para ti condición necesaria
poner a régimen tus deseos.

Y mira que he escuchado veces la misma canción.
Y siempre pierdo el ritmo,
sólo por cuestión de milésimas de segundo
se me escapan entre los dedos
como la niebla
que cubre tu masa gris.

Ahora somos tres,
todavía más zapatos.
Joder. Me cago en la puta.
Es imposible ponerse unos zapatos tan pequeños
sin perder la paciencia.
No obstante,
conseguimos momentos plastidecor
en que surge lo inesperado:
todos nos quitamos los zapatos
y bailamos la misma canción,
cada uno a su ritmo.

Se me cae la baba
cuando nos mira
y estalla en carcajadas.
No me digas que a ti no.

Mejor no digas nada,
no digas nada más.
Porque ya lo has dicho todo.
Permaneciendo a mi lado
frente a mí,
contra mi pose de poeta maldito
con ínfulas autodestructivas.

Me has enseñado a ser feliz,
por mucho que me resista a ello.

Me has enseñado
que no siempre es necesario
esperar lo inesperado.
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Excedente Social

Los niños desamparados,
Los niños del olvido,
Los niños sin futuro,
Mueren sin esperanza.
Lloran sin cesar
En la calle del olvido

Un problema comienza...
Paternidad que abandona.
Niños se cuidan solos,
La madre lo trajo al mundo
A pasar, sin que importe
Hambre, penuria, dolor.
Un niño sin futuro, desnutrido

¿Poderosos que protegen?
Solución al abandono...
Un claustro para niños.
Adultos que atropellan
Abusos sin defensa.
Deforma el crecimiento.
Escapan buscando auxilio

Los niños sin familia
Siempre vivirán
Con llanto en sus ojos,
Con mucha falta de amor
Y el estómago vacío.
Ninguna mano lo ayuda
A conseguir su destino
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Imperativo

Estoy construyendo un cohete.
Para ir a las estrellas.
Para acercarme a ti.

Esta mañana en el parque
me enseñaste unas hojas.
Volaban de una manera peculiar.

Me ordenaste mil veces
que no las intentara coger.
Con esa manera que tienes
de pedir las cosas.
Porque las niñas,
la primera forma verbal que aprenden
es el imperativo.

Y aún así, cada vez que te ven
todos los árboles del parque
aplauden con sus ramas.

Me gusta que me llames a todas horas,
aunque a veces sienta el deseo
de enviarte a otra dimensión
al menos un par de horas.

A veces te engaño.
Porque no me canso de que me pidas
que te lleve en brazos a todas horas.
Y a veces te castigo prohibiéndote cosas
que, en definitiva,
no te iba a dejar hacer.

Porque es más fácil,
me siento menos culpable.
Porque me paso el día
pensando:
¿Cómo lo hago?
¿Quién quiero ser realmente para ti?

Sólo tengo una cosa clara:
eres mía,
siempre lo serás,
pase lo que pase,
incluso aunque, a veces,
me saques de mis casillas
siempre me dolerá verte sufrir.
Me sentiré inútil e impotente.

Pero sólo hasta que se te pase la rabieta,
te abraces por debajo de mi cintura
y me sonrías como si nunca hubiera pasado nada.

Y, entonces, me olvido de todas las veces
en que me sacas de quicio,
de cuando te da por saltar encima de la cama
cuando mamá y yo todavía estamos acostados,
de la historia interminable
que protagonizas cada vez
que te ponemos un plato encima de la mesa,
de los lloros que parece que no van a terminar nunca
y de las facetas de mi vida anterior
que ya apenas recuerdo.

La sangre no tira,
no es ningún imperativo,
la sangre no sabe lo que es querer,
sólo pasearse entre venas y arterias,
llegar al corazón e iniciar el viaje de nuevo.


Tú eres quien tira de mí,
porque permíteme ser pesado,
siempre serás mía,
siempre seré tuyo,
siempre seremos los tres una familia.

Harás cada día algo que nos haga sonreír
o reír abiertamente.
Nos sorprenderás con tus razonamientos.
Nos desesperaras cuando te olvides de los colores.
Sufriremos cuando estés enferma.

Y, todo eso, todo lo que he dicho antes,
no importa,
hemos renacido contigo.
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Lucha libre mexicana

Lucha libre mexicana

Normalmente sólo espero que me hables
para que me digas obviedades
y me recuerdes que todo es mentira.

Yo me escondo en la literatura,
y me decido a cambiar el mundo desde aquí.
Puede que sea un ejercicio de futilidad
pero son sólo unas letras
y me siento más feliz:
Siento que ya no comparto mundo con vosotros.

La mayor virtud de la humanidad
es que no necesitará de un destructor de mundos.
Se destruirá por sí misma
Adelantando el cambio climático,
construyendo armas cada vez más destructivas,
alabando y normalizando todo ese racismo,
el odio al diferente y la polarización.

Discursos emocionales que agradan a las masas
que a su modo también son literatura
y, por eso y sólo por ello,
cambiarán el mundo a peor.
Entonces repito:
Muerte a la literatura.

Pero vuelvo a sentarme en la pantalla del ordenador
acompañado de todas estas letras
y no cambio el mundo,
ni siquiera consigo mitigar mi enfermedad,
sólo sentirme un poco mejor,
más consciente de mis pensamientos,
más cercano a ti.

A pesar de todos tus reproches,
de las discusiones alrededor de la nada.
A pesar de no tener ya ni tiempo para escribir,
o tomar unas cervezas y hablar de lucha libre mexicana.
A pesar de que todas nuestras conversaciones
acaben remitiéndonos siempre a ese bicho
que metimos en nuestra casa.

Porque ahora la literatura es verla crecer,
imaginar como será dentro de diez o veinte años
y calcular, siempre sin acierto,
cuánto de lo que ella llegue a ser
dependerá de nosotros.

Y después por las noches
tú duermes abrazada a ella
y yo sigo soñando con el santo,
con la lucha libre mexicana.
Escribo un guion
en el que da su merecido
a todos esos malditos burócratas
que sólo sueñan con cuadrar los números.

Y en la literatura del sueño
puedo despertarme todavía soñando
que yo soy él.
Observar vuestra perfecta respiración,
y recordarle,
que no ha de tener miedo
ni a las brujas ni a los monstruos,
mucho menos a los hombres enmascarados
que vigilan agazapados en una esquina
y, piensan si ella siempre podrá dormir así de bien.

O, en momentos que dedico sólo a nosotros,
en llevarte a la habitación de invitados,
y hacerte una foto
en el instante preciso,
Porque creo que nunca te lo he dicho,
pero nunca eres tan joven
como cuando tienes un orgasmo.

Y eso es todavía mejor
que la lucha libre mexicana.
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Pérdida

Pérdida

Dicen que estamos hecho básicamente de agua,
que un día explotaremos como lo hacen los globos
y nada quedará de lo que éramos nosotros,
poco más que un charco en el suelo.

La pérdida es siempre irreparable,
siempre supone una ruptura.
La podemos esconder bajo una sonrisa,
en el centro de un remolino
o dando saltos en el sofá.

Pero siempre llega el momento
en que alguien te dice que no,
que aquello que tanto deseas
ya no va a volver.
O que esa persona que tanto querías,
ha dejado de esforzarse
y ya nunca más volverá
a estar a tu lado.

Ni siquiera tú vas a volver,
te lo dije sin decírtelo, por pura experiencia.
Imagino la escena en un día nublado.
Tu cara seria, suplicante preguntándome por ella.
Mi ausencia de respuestas, cariño,
ella se ha ido y nadie sabe dónde está.
Se fue, sabía dónde te había dejado
pero jamás ha vuelto a buscarte.
Se ha ido y nadie sabe dónde está.

Y tú te quedas mirándome muy seria.
Hasta que, de repente,
pasas a otra cosa
como si esas palabras
nunca hubieran sido pronunciadas.
Coges el patinete,
me animas a alcanzarte
y corro detrás de ti.

Pérdida.
De aquellos momentos
que permanecen escritos
en nuestros recuerdos.
No sé por cuanto tiempo en los tuyos
en los míos para siempre.
Sirva o no para mitigar tu dolor.

Esperar un tiempo perdido.
Porque todos tenemos una herida
y, ni tú puedes curar la mía,
ni yo puedo curar la tuya.
Es así de sencillo.
Tan cruel como la existencia.

Te veo jugar,
con celo, plastilina y tijeras
y me pregunto a veces
si tú recuerdas aquel momento.
Si no ha desaparecido
con la marea que,
a lo largo de los años,
distorsiona nuestra memoria.

Y no es un tópico querer salvarte
y no poder hacer otra cosa
que esperar el siguiente estallido,
cuando salte el resorte
y tu pérdida vuelva a aparecer de nuevo.
Sólo pudiendo preguntarme
si conozco tantas palabras
o tan pocas,
al menos las suficientes
para ayudar a sanarte.
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Ébano, la hipérbole de mi oscuridad

Vengo a hablaros de dolor y venganza.
De cuando disfrutamos con ello,
culpando a los demás
de la existencia de esa oscuridad
que hay en nuestro interior.

Vengo a hablaros de errores que me rompen en mil pedazos
de personas inocentes que me sacan de quicio,
que hace aflorar lo peor que hay en mí.

De que por mucho que les quiera
no puedo evitar echarles la culpa
de haber perdido los nervios y haber metido la pata.

Vengo a hablaros desde mi deseo hundido
de ser la persona que me imaginaba que era.
Desde la culpa y las excusas
con las que trato de convencerme
de que no son tan graves mis pecados.

De todas esas imágenes que hay en mi mente,
de irme a por tabaco,
de dejarlo todo atrás,
escapar,
estar solo,
no querer a nadie.
No tener a nadie a quien hacer daño.

Y, en mis noches silenciosas,
ya os lo dije,
me consumo igual que el cigarrillo entre mis dedos.
Valorando todo lo que he hecho mal,
pensando por qué esta vez he vuelto a fallar
cuando creía que lo tenía controlado.
Y bebo,
bebo demasiado alcohol para tratar de apagarme
y sólo quema mis entrañas
y me hace dormir.
Acabando de paso con mis neuronas,
una a una,
para no tener que darme cuenta
de que me he convertido en un despojo,
en un monstruo,
quizá en la pesadilla de un niño
que sólo me perdone por el miedo al abandono.

Y camino hacia la noche,
y cuando cierro los ojos todo da vueltas,
y sólo pienso en desaparecer en aquella espiral
junto a todo el odio que llevo dentro.

Señor, dame fuerzas para asumir todo lo que no puedo cambiar.
Señor, dame fuerzas para creer en ti,
Y no pensar que,
como todos los demás,
sólo eres otra excusa
sobre la que descargar la culpa
de todos mis pecados.
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Princesa / Pequeño demonio

Princesa

Princesa desnuda
cuéntame un cuento
y, después,
deja que duerma a tu lado.

Deja que yo me preocupe por el futuro
tú sólo descansa
y asegúrame que no vas a cambiar nunca.
Que la vida no te tocará
en nuestro mundo de fantasía.
Literatura muerta, quizá
retazos de poemas que nadie lee,
para ellos son sólo palabras
y para nosotros todo un mundo.

Pequeña princesa
que sonríe a la luna,
mientras las estrellas vuelan
y la ciudad llora.

Y, siempre que me preguntes si te quiero,
tendrás la misma respuesta:
Sí, incondicionalmente.
Porque eres incondicionalmente mía.
Porque llenas mi mundo de alegría
y de dolores de cabeza.

Sirena en el agua,
emperatriz en el desierto,
en los castillos helados
y en palacios de cristal.

Nunca te acerques a la ciudad,
rechaza su contaminación,
tóxica, moral y acústica.
No dejes que el mundo te cambie.
No crezcas.
Enfádate desproporcionadamente por cualquier tontería.
Duerme sólo cuando tú quieras.
Y nunca dejes de sonreír.

Pequeño demonio

Naciste para acabar con la paciencia de cualquiera.
En algún lugar, el demonio decidió que tú fueras nuestra
y nosotros tus rehenes, desarmados ante tu encanto mortal.

Siempre que te digamos una cosa, harás la contraria
es tu naturaleza,
y, tu obligación, darle la vuelta a nuestro mundo.
Eso y pedir chicles y chocolate todo el tiempo,
comer más que una piara hambrienta,
obligarnos a malgastar el tiempo
que podríamos haber invertido
en terminar la sagrada familia
en ir a los columpios,
y correr más que el hijo del viento.

Porque todo lo haces así,
pasas por nuestras vidas como un terremoto
y se supone que debíamos estar preparados.
Pero, te confieso, pequeño demonio:
No lo estamos.
Ni de lejos.
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Coágulos

Se apagó el televisor
y, el silencio,
casi siempre ausente
tomó todo el espacio
excepto el de mis pensamientos.

Cerveza caliente,
el frigorífico tampoco funciona.
Tengo un nudo en el estómago
Y mi piel está cada vez más arrugada.
Se esta llenando de manchas.

Y dormíamos en un colchón
tirado en el suelo.
No éramos felices
pero nos unía la necesidad,
tan grande como un universo.

Y hablábamos a menudo,
también con nuestro ángel de la guarda
que también estaba perdido.

Hoy se me ha puesto dura al levantarme.
Pensando que has vuelto
me he masturbado recordando
los tiempos mejores
y, cuando me corro,
recuerdo que tampoco lo fueron tanto.

Y me levanto de esta cama,
y miro las paredes sucias,
desconchadas,
el rojo de los ladrillos
de la sangre que salía de tu interior
cada vez que tenías el período.

Aquellos coágulos,
que fueron el único recuerdo
de nuestro hijo no nato.
En quien pienso ahora
con la música de la humedad de fondo
y tu mismo llanto constante
también al fondo, a la izquierda.

En aquella habitación,
donde la luz siempre está apagada
porque ya no necesitas ver
la sangre que resbala por tu entrepierna
después de una picadura mortal.

¿Recuerdas?
Cuando él o ella naciera
lo dejaríamos todo atrás,
pero no fuimos capaces de hacerlo a tiempo
y a ti te queda la suerte de no sentir
que sean los fantasmas quienes lloren
y la luna la que ilumine todos los huecos
donde se esconde el terror
que siempre guio nuestros actos.

Y a mí me quedan recuerdos
de los que apenas soy consciente.
Dime por favor, que yo también
encontraré tu reposo, vida mía,
que algún día el dolor
será más grande que mi necesidad.
Y que nuestras almas
separadas la una de la otra
encontrarán, por fin,
el reposo que nunca llegaron
a encontrar cuando no pasábamos
separados ni un solo momento.
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Cicatrices

He pintado las farolas con los claroscuros del final del verano
y, enfrentado a ese cruce de caminos me detengo,
sin saber muy bien qué dirección he de tomar.

Son infinitos los recovecos en el corazón del miedo,
igual que las cicatrices que provocan sin remedio
en ese abismo profundo en el que habitan nuestros recuerdos.

El cerebro se llena de sangre y bilis,
me duele la cabeza
intentando recordar o recordando demasiado,
hasta que salgo de mí mismo
para tumbarme sobre la hierba,
alargar el brazo e imaginar
que puedo tocar las hojas de los árboles.

Observar como crecen las flores que algún día alguien arrancará
mientras todos aquellos niños, ajenos a la tragecia, juegan en los columpios
y yo sueño con convertirme en su guardián, el guardián del parque.
La persona que, cuando uno de ellos se caiga o se dé un golpe.
está ahí para recogerlos del suelo y recordarles que las heridas se curan.

Tú trajiste contigo ya tus propias cicatrices
Y yo, siendo tu guardián,
sé por experiencia que siempre estarán ahí.

Y tengo que protegerte sin confesarte
que no sé cómo hacerlo,
porque ya estaba perdido mucho antes de que llegaras.

Y me dicen que, para poder cuidarte,
debo aprender a cuidar de mí.
Y, es difícil, porque hasta ahora
nunca me vi en la necesidad de hacerlo,
porque me he perdido en ese bosque encantado
en el que no hay hadas ni duendes
sólo un rencor y una autocompasión
basadas en el falso sentido inmutable de las cosas.

Y, ahora, vuelvo a recordar de nuevo la luz del final del verano
los días largos, las noches eternas y las fiestas de los pueblos.
Esa época que esperas que no termine nunca
al tiempo que sabes que lo va a hacer,
concediéndote la oportunidad de empezar otro año
que dedicar a cicatrizar todas las heridas todavía abiertas.
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Cualquier lugar

Regresa el verano
este año con un aroma diferente,
el del mar de una playa
que, a mi pesar,
visitaré más que nunca.

No digo que no merezca la pena,
porque lo que te digo,
pequeña galopina,
es que tú ahora estás con nosotros,
que somos una familia
y que estaremos siempre juntos,
que la playa no será lo mismo
sino algo mejor
y todo el salitre del mundo
pegará nuestras pieles
hasta convertirlas en solamente una.

Has venido para dedicarme esa sonrisa pícara
que irremediablemente me desmota,
para pintar en las paredes,
cuando estás enfadada porque tu madre ha salido
o, simplemente, para llamar nuestra atención
y, sobre todo, para volvernos locos tocándolo todo
o inundándonos a preguntas sobre el porqué de todas las cosas.

Eres sincera cuando me abrazas con fuerza,
eres audaz cuando te subes a cualquier lugar,
cuando te encuentro, de repente, sobre la chimenea del tren
o caminando por la parte exterior de las paredes,

Das besos cuando quieres y a quien quieres,
como debe de ser,
y estallas en carcajadas cuando tu madre y yo
te agarramos con fuerza y te besamos sin parar.
Con tus pequeñas manos nos empujas la carita.

De repente, te comes el mundo,
todo lo miras, todo lo manejas,
hablas a gritos con el primero que se pasa por delante
y, otras veces, te hundes en el silencio cuando se dirigen a ti
y te escondes entre nuestras piernas para que no te vean la cara.

Apasionas con esa timidez intermitente,
con ese carácter desafiante que, a veces,
me da ganas de ponerte un sello en la frente
y enviarte de vuelva a la guarde,
aunque sepa, dentro de mí, que es imposible
porque despiertas en mí toda la ternura y amor
del mundo, del espacio, del infinito y todavía más.

Eres asustadiza, te da miedo dormir sola
y lo haces abrazada fuertemente a Pepota
o al conejito de luz
que protege la habitación
de tantas brujas y monstruos
que habitan en tu mente.

Eres un bicho, un gremlin
al que no hay que dar demasiado azúcar sea la hora que sea,
aunque te pases el día pidiendo
un chicle,
un caramelo,
un helado,
unas quelitas,
cualquier tipo de fruta
o cualquier cosa que hayas visto por la calle.
Incluso aunque hayas comido hace cinco minutos.

Y yo me paso el día diciéndote que no,
aunque tu madre me diga que te tengo muy consentida,
porque, a veces, no puedo escapar de tus caprichos,
No lo sabes tú bien, cariño,
te concedería muchos más,
dejaría que me manejes, montes y desmontes como quieras.

Os lo daría todo, mi vida en construcción,
mis letras,
os haría reinas de todos mis mundos imaginados.

Y nunca lo dudes, no tengas miedo,
como aquel día en el hospital,
cuando, al entrar en la habitación en la que iban a ingresarte.
le gritaste a tu madre que nos íbamos a ir.

Sólo quiero decirte que no cuentes con ello,
porque te hemos prometido y comprometido
a ser una familia y a estar contigo.

A que cualquier lugar en el que nos encontremos los tres sea nuestro hogar.
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Café recién hecho

Me gusta el poeta que ahora eres,
el hombre en el que te has convertido.

Lo dice todo el mundo:

―Se nota que tu mujer y tú
sois los dos escritores de culto.
Tenéis una habitación
con varias estanterías repletas de libros,
las mejores voces de la poesía,
una lámpara de suave luz
y una butaca junto al balcón.

Todo esto irá fuera...
Es lo que contesto. Y sonrío.

Aquí estará la habitación de mi hijo.

Pondremos
todas estas hermosas palabras
―amor, libertad, sueños―
de nuevo
a funcionar.

[Abel Santos, de 'El camino de Angi',
51 poemas de una historia de amor,
Poémame Editorial, Próximamente en 2020,
Prólogo de Angi Expósito]
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A la vuelta del tiempo

Padre:
A la vuelta del tiempo
Te fuiste
A la vuelta de mi tiempo
Sé que estarás allí.
Y a la vuelta final, final, del Tiempo, también.

Aunque a decir verdad… no te has ido del todo
Aún tu voz de fuego resuena
Y sigues presente
Fuerza, humor,
rumor de abejas laboriosas
Ir y venir fatigoso.

Te recuerdo más vivo que muerto
Cuando los restos no significaron nada para mí
Y sí en cambio tu lucha y tu presencia
Para un mundo, una vida
Que nunca iba a acabar.

Y no te perdí, sino para los ojos chiquitos
Y los abrazos de este mundo.
Pero te gané para el corazón
En este amor profundo
que también abrasa.

Y no estoy solo, nunca.
Siempre estás conmigo
Por eso te pienso mejor ahora,
Cerca de esas luces resplandecientes
Luces buenas
Como fuiste tú:
Un titán bueno,
Y de genio parejo
Poeta del entusiasmo
Y energía colosal que se tomó tu sangre.

César Augusto Muñoz Echeverry ©
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Manto protector

Mamá,
acompáñame,
no me dejes sola,
el pasillo es tan largo,
tan oscuro el camino
a mi habitación.

No puedo hacerlo sola.
Mamá, por favor,
las sombras ocultan monstruos,
algunos imaginados,
otros inimaginables.

Todos quieren comerse mi carne tierna,
esa que esconde
el dinosaurio de mi pecho.
Me ha prometido
que no dejará que nada atraviese
la suavidad de mi piel.

Pero sé que los monstruos
tienen uñas y dientes afilados,
muchos ojos que miran con maldad.
Sé que te sonríen
antes de morderte
y que estarán ahí,
acechando toda la noche
hasta que el sueño me proteja.

Mamá, duerme conmigo,
quédate conmigo
hasta que amanezca.
Hasta que la luz
derrita sus cuerpos peludos
y desfigure
todavía más
sus horribles rostros.

Sólo quiero que ardan
sólo quiero a mamá
y que vigiles mis sueños.

Mamá, acompáñame,
o mejor,
llévame contigo a tu cama.
Deja que en la oscuridad
pueda sentir el calor
que desprende tu cuerpo.
Que con solo alargar las manitas
pueda tocar tu precioso rostro.
Y sentir tu manto protector
cuando sus ojos brillen en la oscuridad.
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