Entre tu piel
mi cálido refugio.
Lugar de encuentro.
Sendero que recorren
mis dedos en tu cuerpo.

Sombra felina
recortando en la noche:
Luna de estío.

En el refugio,
dentro del cascarón...
pasa la vida.

Sol acunado
en su colchón de nubes.
Luz del estío.

Asoma el sol
sobre amapolas rojas.
Día radiante.

El Torii rojo
separando el santuario.
Lugar sagrado
de oración y deseos.
Un mundo espiritual.

Blanco algodón
viste tus secas ramas,
que dibujando
sobre el azul del cielo,
te representa
completo y renovado
mientras vuelve la vida.

Pinta mi vida
con divinas locuras;
te seguiré.

Muere en la boca
lo que callan los labios.
Eres silencio
ahogado y secreto
Tú, mi niña silente.

De ley es que al tropiezo
con tus propios cinismos,
tu medicina pruebes
justo al caer.

Luna dorada
festejaré en tu brillo
el alma mía.

Abre tus alas
de fuego y vuela libre
haz tu camino
persigue cada sueño
escápate del tiempo.

Es mi silencio
refugio envenenado
de mi tristeza

Perdí la luna
y la encontré en tu casa
bordada en sueños.

La luna inmensa
nos mira desde lejos
bordando sueños.

Resbalan lágrimas
más allá de tu rostro;
líquidas gotas
que te mojan la vida
abrasada por dentro.

El alba besa
asombrada un sol tibio
de primavera
y dibuja en las nubes
cascadas de sonrisas.

Duda en el Alma;
funesta incertidumbre.
Noches en vela.

Vistiendo de ocre
tu mirada otoñal,
entre hojas muertas
respiras la nostalgia
de los desnudos árboles.





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