A mi amigo Pedro @Saltamontes.
El curso de los hechos ocurridos recientemente y el efecto inmediato de su observación a través del lente científico, primario y terriblemente empírico que dormita en el subconsciente de todo humano, a favor o en detrimento de este relato, me conducen a la siguiente conclusión:
Hay una relación directa entre los eventos controlado por el azar y una misteriosa conexión con los símbolos del sistema de numeración y algunas otras expresiones algebraicas de mayor complejidad expuestas en la naturaleza.
Hace algunas semanas atrás recibí, por vía epistolar, una misiva de un doblemente viejo amigo de la Habana. En la misma, entre otras cosas, hacía referencia a un suceso absolutamente casual y asintomático en su relación con alguna presunción lógica. Resultó la tarde de un viernes cualquiera de estos tiempos, justo antes de salir de su sitio de trabajo, osó una mariposa —yo presumo que debió ser de esas clasificadas como Búho Caligo— posarse sobre sus hombros. He aquí la concatenación de fenómenos de vinculación tendenciosa a casos paranormales.
Uno de sus compañeros activado un su más agudo sentido de percepción, fue capaz de captar en ese instante sobre los ocelos impresos en las alas del lepidóptero, una figura representativa de tres o cuatro cifras correspondientes a nuestro sistema de numeración decimal, sin un ápice de duda, inmediatamente aquel iluminado compañero de trabajo, le pidió con cierta insistencia unos pocos pesos a mi amigo Pedro y sin incurrir en mayores explicaciones que perturbaran o desviaran la atención de las alarmas encendidas por su sistema parasimpático. Inmediatamente después inscribía aquellas irrisorias monedas en los sorteos de lotería de la Habana. Esa noche —para fortuna de mi amigo— se conjugaron cuatro factores clásicos que constituyen una expresión algebraica compleja, las variables tiempo/espacio, la expansión intrínseca en la derivación de productos y potencias en números racionales y por último la materialización en el orden perfecto sugerido por una visión, —asunto sin vinculación pertinente a ninguna obediencia matemática— sino puramente resultante del azar originada en un acontecimiento biológico asociada al mimetismo sin nada que ver con esferas flotantes, ruletas ni leyes de probabilidad.
Lo cierto es que mi amigo Pedro y su compañero de trabajo resultaron ganadores de un jugoso primer premio de la lotería multiplicando exponencialmente su escaso patrimonio, gracias a la misteriosa interrelación existente entre la naturaleza, la lógica y el azar (vaya contradicción)
En ese orden de ideas y persiguiendo las huellas de la escurridiza fortuna, me di a la tarea durante mis diarias caminatas alrededor de la laguna con mis tres perros (Timoteo, Martita y Mándala) a observar con más detenimiento el vuelo de las coloridas y agiles mariposas que suelen encontrarse con regular precisión en los verdes márgenes que circundan este prodigioso reservorio natural de aguas salobres y azuladas. Sucedió en una tarde atestiguada por un ocaso naranja-fucsia, una enorme mariposa parda revoloteaba entre los troncos secos y en franco coqueteo con las fauces de Timoteo, se distinguía sobremanera entre los colores del atardecer y como parodiando una estrofa Sáfica en tiempos modernos, al abrir y cerrar sus alas sugería símbolos numéricos parecidos a los “Captcha” solicitados por los algoritmos de las computadoras para diferenciar a los humanos de un robot.
Me estrujé los ojos para verificar si aquella perspectiva era real o era un producto inconsciente de mis ansiedades, al cabo de unos segundos pude determinar con gran objetividad que las cifras figuraban un siete, dos cincos y un tres; acto seguido mentalmente hice mis cuentas y sustraje de ellas los montos estipulados para dos semanas de bohemia, obtuve por medio de una matriz bidimensional todas las combinaciones posibles de aquellos cuatro dígitos y en el kiosco de quinielas más cercano a mi domicilio emulando a un poeta paisano dije:—¡voy juagando a Rosalinda!—me entregaron una boleta con las combinaciones impresas la cual debía presentar en caso de acertar alguna de aquella docena de combinaciones resultantes.
Debo confesar sin los preámbulos cortados por mi frustración que la cábala no se cumplió en esas coordenadas y los números premiados durante los tres días siguientes, en nada se parecían a los sufragados por el exiguo estipendio de las copas de vino que los atentos hombres de las barras me ofrecen cortésmente en los bares de Buenos Aires; pero para mantener viva la fe mutua;—la suya vaya adelante distinguido lector — y después los retazos de lo que queda de la mía, se materializaba el efecto cabalístico de aquella serie de cuatro dígitos en el perfecto orden expresado en las alas de la inocente mariposa parda. Ignoro cuales son los elementos pseudocientíficos que sustentan estos hechos, pero los números se dan, lo determinante es descifrar en que objeto. La compañía de suministro de servicios de electricidad reprodujo sobre la atorrante facturación del mes pasado, exactamente la suma de siete mil quinientos cincuenta y tres pesos. !Como para no perder la fe en las mariposas¡.
228 lecturas relato karma: 116