Sangre a sangre, parto a parto aconteció que te nacieron de nuevo, siempre entre las alas azabache de las noches, a escondidas y entre lágrimas de amor, quedas, silenciosas, para que no te vendieran.
Fuiste una navidad más pobre, más perseguida, denostada y proscrita. Ya no eras del color del ónix ni del coral más preciado; pero igual llorabas, mamabas de los pechos con fruición y apretabas con tus mestizos deditos café-canela-río/turbio el dedo cariñoso de tu madre. Sin importar de quién eras el hijo, eras su hijo. Y no tenías los ojos redondos sino indefinibles, profundos, como madaraguayos en las pupilas de luz. Eras un alguien más a quien quisieron, cuidaron, ocultaron, a quien protegieron. Eras unx y mil, decenas de miles brotando de la tierra secuestrada, contra toda lógica, la esperanza.
Por ti, lxs cisnes de barro hicieron pactos con lxs de obsidiana-coral; lxs cisnes Kariná-Arawac haciendo causa común entre ellxs; lxs cisnes emplumadxs para la libertad con lxs extrañxs cisnes altxs de pelo ensortijado y sol en la espalda. Por ti escaparon y cayeron fulminadxs, los pulmones destruidos la mirada perdida en el olor a tierra, el aliento fertilizando hojas caídas, espinas. Por ti fundaron libertades temerosas en la profundidad del monte, o perdieron un pie, o más que un pie. Por ti soñaron, se arriesgaron, reventaron, corrieron, mintieron, temieron, se envalentonaron.
Por ti, siempre por ti, hicieron una y otra y otra, una tras otra revolución lxs cisnes, hasta más allá de sus alas, de sus almas y manos. Sus colores. Por ti hicieron la guerra, sangraron, vivieron hasta cuando no querían ya vivir. Por ti murieron lxs cisnes, para que un día tú... Un día... que ellxs no pudieron.
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