Caminando sedientos, bajo un sol ardiente, un tumulto de personas caminan sin saber a donde ir, llegan a un país extraño, a un país distante de ellos.
Son los desterrados, por gente que en algún momento les prometieron un paraíso pero viven en una guerra sin sentido.
Hoy lloran su desventura, y llevan acuestas sus recuerdos de una tierra que los vio crecer y hoy tienen que abandonarla.
No saben que harán, ni donde dormirán, lo único que saben es que hoy dormirán tranquilos, sin el zumbido de las balas sobre sus cabezas, que estremecían las paredes del cuarto.
Desterrados, de su terruño, del olor, del sabor, de sus fiestas, de sus colores.
Desterrados de sus amores, que los condenan a vivir en soledad, con el alma desgarrada.
Separados sin compasión de sus familias, de los amigos, que hoy lloran su partida.
Los desterrados, no porque delinquieron, no porque lo desean, sino porque las injusticias, la violencia, los obligó a ello.
Y el mundo mira con desdén, el éxodo interminable de seres humanos que solo quieren vivir en paz y en comunión con el mundo.
Hoy habrá un nuevo amanecer, nuevas esperanzas,
hoy saldrá el sol para ellos.
Hoy nace un nuevo día….para los desterrados.
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