¿Quieres un beso sutil, pequeño,
Delicado, sensitivo y tierno?
¿Lo quieres?
No, ¡no lo busques en mí!
No soy de esos besos pequeños
Y predeciblemente aburridos.
De esos que son de costumbre,
De esos que se olvidan.
Me gustan los besos salvajes.
Los que te toman por la espalda,
Y mientras te apega a mi cintura
Te desnuda con miradas pervetidas.
Los mejores besos comienzan en los ojos.
Y yo beso así:
Como los lobos o los perros callejeros,
Que, mientras besan
Lamen y muerden.
Como la lluvia, que te moja toda.
Como el cielo, que te hace soñar.
Como el infierno, que te quema por dentro.
Me gustan los besos violentos.
Sorpresivos y febriles,
Besos que destrozan hasta el orgullo,
Que le dan vida a la lengua,
Fuerza a los dientes,
Y música en el pecho.
No me pidas besos.
Yo te los daré cuando menos los esperas.
Cuando menos los imaginas.
No me pidas besos, que,
No hay nada mejor que los besos de sorpresa.
Que aquellos que te revuelcan las entrañas.
Y te dan arritmia al corazón.
Me gusta intercambiar de lenguas.
Que nos quememos, que
Nuestra respiración se escuche con gran fuerza.
Que el futuro se vaya a la basura,
Y el segundo que viene, y el siguiente:
Solamente que sea importante
Quedarnos en el beso presente.
Refugiarnos en lo hondo de nuestras locuras.
Vivir ese presente, y morir ahí.
¡Qué importa el mundo afuera!
Me gusta destrozarte a besos.
Que me memorices a lamidas.
Memorizar tu piel a mordiditas.
Desnudarte con la boca,
Y comerte, literalmente.
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