¡Angelines, ya vengo!
Me decías que, cuando era niño,
al entrar en casa, yo gritaba:
¡Angelines, ya vengo!
Años ya, sin tu presencia
y, de cuando en cuando,
me remueven los recuerdos.
Aquí sigo, jugando en la calle de mi vida,
corriendo, sin parar, de un sitio a otro,
esperando el día, no lejano,
en que volverán mis brazos a tus brazos,
y te escucharé de nuevo susurrar,
y sentiré, en mi mejilla, tus besos,
y oirás de mi boca decir:
¡Angelines, ya vengo!
Esta vez, para quedarme.
©Pacodecáceres
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