Niño de arena, frágil, ligero,
que sabes soñar con el soplido del viento,
que eres motivo del mensaje que siento,
que cantas a cientos sin saber hablar.
Niño de arena, breve, eterno,
que eres verdad aun cuando miento,
que estás descentrado aunque seas el centro,
que eres valiente sabiendo llorar.
Te puedes perder entre vendavales,
y serás un cachorro entre chacales,
pero sabes volar.
Sentirás frío en épocas estivales,
y verás alegría en las hojas otoñales,
pero sabes volar.
Niño de barro, pesado, herido,
lágrimas te han caído.
Arena no, barro. Has perdido.
Te perdiste viendo al mundo llorar.
Niño de barro, te ruego,
¡Vuelve a ser ligero!
¡Vuelve a ser el calor de los eneros!
¡Vuelve a volar, vuelve a volar!
Niño, vuelve a la arena,
vuelve con el viento,
para de mojarte con las penas.
Niño, sueña otra vez,
vuelve con el viento,
vuela, que el agua sólo quema.
Niño de piedra, al borde de la caída
preguntas ahora donde está la vida,
preguntas ahora donde está escondida
la lágrima que te vio llorar.
Niño de piedra, ya no sientes,
niño no eres, realmente,
sólo eres piedra
que no sabe gritar.
Ahora, piedra, piensas en la arena,
cuando no hay alegría ni pena
que te pueda curar.
La arena, la alegría, el llanto,
el viento y su canto
que te hizo llorar.
Tú, hombre de piedra
tenías la vida abierta
y la dejaste pasar,
y la viste marchar.
Tú, no quisiste correr con ella,
no quisiste pensar con las estrellas
y dejaste de llorar,
y dejaste de pensar.
¿Y qué es de ti ahora?
Hombre de piedra, esperando que pasen las horas
descubrirás que no volverá,
descubrirás que ya no está.
Tu arena se la llevó el viento,
tu barro se lo llevó el mar,
y ahora, hombre de piedra,
con la piedra, solo, estás.
Tus sueños se los llevo el invierno,
tus fuerzas se las llevó el mal,
y ahora, hombre de piedra,
contigo, solo, solo, estás.
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