Nunca se está más solitario que en
las noches sin luna; nunca más reflexivo
que en una desolada habitación, con solo
la oscuridad mirándote directo a los ojos,
compartiendo su ser contigo, entendiendo
la naturaleza de tus sombras.
Si un don he recibido, es el de ser un
solitario, por mucho -o poco- que lo intente,
termino el día con la única compañía de
mis letras. No hay mensajes ni llamadas,
nunca respondo a ellas. ¿Qué es esta antipatía
que aumenta? La creación me es extraña, Dios
ha fallado en su diseño, ¿O me has abandonado,
señor, en una tierra ajena? Aquí todos
desvanecen al amanecer, y yo permanezco
intacto, observando caer el ocaso, víctima
de las inestables almas que me rodean.
Mis pensamientos echan mano de mis
piernas y tiran fuerte, hacia abajo, tiran
fuerte, hacia el pozo infinito de olas heladas,
hechas de realidades crueles, en donde nado,
flotando en la superficie, intentando respirar
el aire de tóxicas falsedades que mantienen las
sonrisas. Pero no lo logro... la mano tira
fuerte y logra ahogarme; y ya no lucho, cedo,
hundiéndome en el espesor de las profundidades,
abrazándolas al llegar al final.
Nunca se está más solitario que en las
noches sin luna, y en esta, hay luna llena.
Puedo observarla en mi caída al fondo del
pozo.
-Anjoss
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