He luchado y peleado en tantas batallas que estoy agotada de gastar fuerzas para andar en círculos. Cansada de dar pasos que longevos de historias y tiempos, vuelven sin piedad a un mismo punto.
Ya no anhelo las mismas cosas que antes, si una lágrima consolaba mi pisoteado corazón ahora no hace sino edematisarlo y cargarlo aún más de penurias y desilusiones.
Y es que la lucha que aún queda se vive librando en mí. Por un lado mi conciencia y captación de realidad, yacen hechas añicos en un piso de espejos, que solo les reflejan su miseria y fracasos.
Por otro lado, el único pedestal que queda y le restriega en la cara lo que es, se caracteriza por ser la crueldad en persona: no le deja cambiar, evolucionar ni metamorfosear… solo la tiene ahí, constante y quieta,
Rígida…
Es vivir enjaulado, entre tabiques y máscaras, esperando que un día alguien logre captar dentro de toda esa oscuridad, la luz y belleza que se esconde…
La pregunta es… ¿lograré sobrevivir para ver ese día?
No…
No quiero…
No quiero vivir…
No quiero vivir así…
No quiero despertar un día en la mañana, revolotear entre las hojas del pasado de mi vida y encontrarme parada en el mismo punto del camino donde empecé mi historia.
No quiero seguir inmóvil, estática, planeando crear universos desde la silla de mi escritorio y tras los anteojos de mi miedo.
Quiero mirar atrás con libertad y sin miedo a pensar que di todo aquello que pude, que hice todo lo que mis habilidades me permitieron, que soñé hasta romper los límites de mi imaginación desbarrancada.
No quiero cerrar los ojos y en mis momentos de soledad y compañía reducidos, quedarme pensando en todos aquellos barcos que no tomé, umbrales que no crucé, y sonrisas que no provoqué…
Cuál es el sentido de ser espectador, si tras ese miedo de participar,
ni siquiera en mis episodios deliriosos me concedo la existencia que imaginé tener en algún minuto de mi vida.
Si atado a maquinas, tecnologías y apariencias me desvanezco, desintegro, desaparezco, reinicio y no existo…
No…
Así no….
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