Aquella noche nos acompañamos,
cuando ya todos se habían ido,
juntos caminábamos, al ocaso,
persiguiendo la estela del río,
fulgurante y vestido de sombra
en calurosa noche de estío
Juntos en la orilla, nos escapamos
como furtivos, huyendo del gentío
mientras tú me hablabas de tus cosas,
yo te miraba a ti y a tu vestido
Cómplices de un fragante flirteo,
entramos en un terreno prohibido,
aun sabiendo que tú eras de otro,
aunque tú no quisieras decirlo
Suaves y lentas las horas pasaron,
imbuidos ya en nuestro hechizo
Y fue el en el portón de tu casa
donde yo plantee un desafío
“déjame entrar” dijeron mis ojos,
mientras, vacilaban los tuyos
Renuente, abriste la puerta
expectante me abriste el camino
bajo la promesa de mi refreno,
no sé si te lo habrías creído
A fuego lento nos intimamos
espoleados por la noche y el vino,
hasta que encontró sedienta mi boca
en la tuya su agua y refugio
Exploramos nuestras ávidas pieles
anhelantes en cada centímetro
descubriéndonos y amándonos,
como si ya fuéramos uno mismo
Dulce baile de caderas y manos,
acompasada de besos y gritos,
sintiéndonos dentro uno del otro
adentrándonos en un abismo
Aquella noche nos seguimos amando
hasta que ya nos quedamos vacíos
desnudos, abrazados y exhaustos
en manos de nuestro destino
Aquella noche vibrante e intensa,
rezumaba fragancias de estío
los dos fuimos amantes y cómplices
mi promesa no se había cumplido
222 lecturas versolibre karma: 75