Pensar que parte de mis soterradas palabras
no tienen validez alguna cuando se tratan de ti,
son como hojas estrujadas,
sin embargo las expreso
con tal sinceridad que vierten sangre
y hasta parecen viejas
que huelen a alcanfor, pero nada te hace
valorarlas, las usas como toalla de baño
en ocasiones oportunas. Toda tu vida
fuiste sorda en cuestiones de amor,
pero dices con alegría de tísico que me amas
y lo dramático es que termino creyéndote,
aunque durmiendo a mi lado,
olvidas que existo.
A veces siento a mi espalda un extenso desierto,
unas imperiosas ganas de colgarme de alguna
ventana y escapar sin volver la mirada,
tal vez sólo soy un diván para desahogarte,
algo adquirido en un anticuario
al filo de lo fortuito y lejano.
Terminare barriendo mis pensamientos
frente a la morgue con enaguas blancas
y el corazón hecho pedazos
por tus manos insensibles.
Yaneth Hernández
Venezuela
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Un gusto de lectura.
¡Abrazos!
Cuanto dice este verso de un triste desamor.
Precioso poema.
saludos