Perdido en la espesura del bosque,
escucho el susurro de las hojas
entonando una melancólica canción.
La repito en mi mente, una y otra vez,
tratando de no olvidarla nunca
para poder transcribirla exactamente
tal como ellas la interpretaron.
Hubiera sido feliz con sólo llevarme
una ramita a mi casa, capaz de
concentrar el eco de aquel lugar.
Pero el bosque protege sus secretos
y nada de lo que allí pertenece
podrá salir con vida.
Llevo días andando,
tengo la sensación de ir en círculo
y, constantemente, me ronda la idea
de que quizá yo también
pertenezca ahora a este lugar.
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