El grumete enciende el soplete
para flamear un último brindis.
Blanco impoluto
sobre azul marino profundo.
Noche despejada
de confusiones y dudas
-inconsciente se podría decir-,
el rumbo era lo de menos.
En la cubierta sonaba
un solo de violín limpísimo.

Con vestido constelado
y elegancia de letra eterna
una mujer alza su voz
sobre la marejada
de conversaciones:

"Vistamos nuestras mejores galas,
Alcemos nuestras copas
¡ Brindemos !
Por la soledad compartida,
Por las amistades cosechadas,
Por los cientos de poemas escritos.
Y así como los músicos
permanecen unidos hasta el final,
que así, nuestras plumas sigan pintando versos …
sigan arrancando suspiros de amor,
acompañando a los solitarios.
Sembremos paz y la esperanza de un mundo mejor.
Admirados poetas fue un placer escribir con ustedes esta noche.
! Salud !"

Salta una cuerda,
nadie se inmuta,
el ambiente festivo
no es sensible a una ligera zozobra.
Titilan los vasos de tila,
los cubitos de vida,
se derrama el segundero.
El grumete ya ha manchado su uniforme,
el azul comienza a verse borroso
y casi chamusca con el soplete
el carácter de otra afamada y reconocida voz
entre los aún asistentes
que, sobreponiéndose a la torpeza del grumete,
hace sonar a ultramar estas palabras:

"Nuestras letras,
cual compases de algún baile,
marcarán la despedida,
arrancarán la tristeza
de estos que las escriben.
Serán como un fin de fiesta
que no quieren que termine,
que no aceptan que se pierdan
tantas palabras escritas,
tantos queridos poetas.
Porque al final de este baile,
cuando se calle la orquesta
y este barco ya se hunda,
se ahogarán todas nuestras voces
en las aguas del olvido...
no habrá rescate posible
que salve nuestros poemas."

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Mi más efusivo agradecimiento a @lyali_7 y @wallacegere
por esta colaboración poética. Ha sido un hermoso brindis final