Al morir la luz del sol,
un día sin reproche,
nada ni nadie sabe mejor
lo que mueve al tiempo,
lo que trae la noche.
Oscuro cielo,
invertido abismo,
que mismos secretos
esconden altivos.
Pequeñas luces,
distantes destellos,
testigos eternos
contemplados lejos.
La luz se embellece
en tu oscuro desierto,
un ambiente callado,
frío e incierto en el que
murmulla el búho
campea el conejo,
se alegra el grillo
y duerme el perro.
La luna resiste
con su luz cederlo
el paso tinieblo
de tu naturo efecto.
Y así de nuevo
el tiempo es el dueño
de tu destino aureo
pues nuevamente
el sol nacido
cambia de nombre
a tu noche sin serlo.
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