Sobre la tarde disuelta en lejanía halló una brisa distinta...
rosadamente liberada de alguna historia de silencios.
Entonces ella recordó.
Y fue que una lágrima de abismo y perpetuidad
recorrió su piel de nácar...
y siete mariposas de luz se posaron en su cuerpo
sujetando aquel dolor que a ella volvía.
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Felicidades, Maria Mercedes
recorrió su piel de nácar...
y siete mariposas de luz se posaron en su cuerpo
sujetando aquel dolor que a ella volvía
Exquisito.
saludos Carmen
Gracias Martín. Un abrazo.