A solo pocos metros, a unos cuantos pasos,
asoma el horizonte, el extremo codiciado.
Cual resplandor atrayente nos abre los brazos,
con alfombra roja al augusto invitado.
Aparecen elementos como impedimento
de alcanzar la gloria, nuestra aspiración.
Obstinados buscamos el primer intento,
con nuestros sentidos puestos en acción.
Súbito el instinto enciende las alarmas,
cúmulo de riesgos merodeando presagia.
Advierte trabas, frenando la audaz pasada,
soslayando amenazas, con su fiel desgracia.
Mirar cada costado, ratificar nuestro turno,
prevenir el agravio a un similar vagabundo.
Es la práctica correcta hacia cualquier rumbo,
que nos mantiene en esta vida cada segundo.
Las señales tan claras frecuente ignoradas,
referir la cebra llana estampada al asfalto,
un fulgor aceitunado marcando la entrada.
Existen los escudos a un abrupto colapso.
Tan simple semejanza encontramos rutinaria,
cada obra que efectuamos sin afán mezquino.
No existe alma apartada, protegida o solitaria,
que no sea capaz de encauzar nuestro destino.
Mucio Nacud (autor) 2019
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etiquetas: @paficionados, destino, futuro, horizonte 160 lecturas versolibre karma: 121
Abrazos
Muss me ha gustado muchísimo tu poema, felicidades!
También lo original de la publicación, con dos tipos de letra, semejando a la cebra de peatones con que has ilustrado tu poema.
Saludos, MM
Saludos compañero! MM