Tan solo estoy, que ando sin pensamientos.
Hasta lo más sagrado me abandona,
el único valor de mi persona:
mi alma que ya ni grita sus lamentos.
Escribir y pensar, vanos intentos;
recordar lo reciente no perdona,
y susurran sin respuesta a una leona
los álamos mecidos por los vientos.
Qué lejos se quedó aquella ribera
donde las aguas eran cristalinas
y frías bajo el sol de primavera.
Hoy el seco verano desespera
sin álamos ni fuentes, sino encinas
para que a su negra sombra yo muera.
etiquetas: soneto, lírico, soledad, naturaleza 592 lecturas versoclasico karma: 7
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