Cada cierto tiempo me atraviesa un tucán
dejando tras de sí un gorjeo primitivo.
Su voz monótona reverbera
en la vasija que es mi cuerpo,
hasta instalarse en un quebrado.
La fragilidad me define.
Si diese un grito,
me rompería.
Por eso callo.
Es sólo cuestión de tiempo,
sibila alguien tras mi oreja.
Pero nunca hay nadie.
Sólo manchas sobre las pupilas.
Una llama azul sobre la palma de la mano.
A medida que el tucán se distancia de mí,
lo oigo hundiéndose sordamente en un mar verde.
Desaparece,
transformado en una bandada de mariposas.
Decenas, cientos, miles.
Alas nacaradas,
turquesas, verdes blanquecinos,
azules metalizados, destellos,
chispazos naranjas, violáceos,
purpúreos, carmines,
un incendio de colores en la foresta,
ascendiendo,
descendiendo,
el orden dentro del caos,
alzándose entre glaucos,
esmeraldas y frondosos paisajes.
Allí, en ese mundo,
soy tres mil millones de brutalidad.
Tres mil millones de pares de bases enlazadas,
con la finalidad de ordenar lo imposible.
Mi brutalidad pisa una orquídea.
Treinta y cuatro mil millones pares de bases,
reducidas bajo una bota.
Treinta y cuatro mil millones pares de bases,
de información para moldear la belleza.
La mía, la partitura que me compone,
cabe en uno solo de sus cromosomas.
¡Uno!
El mio es un ADN mal zurzido,
una producción rápida
falta de diseño.
Un recorte de genes mal hilvanados.
No hay sublimidad en la forma.
La naturaleza se ha detenido en la belleza,
ha invertido tiempo:
seleccionando,
escogiendo,
filtrando,
hasta dar lugar a la delicadeza de las flores,
la finura de las mariposas,
la graciosidad de las aves,
la magnificencia de los árboles,
la lindeza de las ranas,
la preciosidad de los helechos
y su despliegue esplendoroso,
de una beldad infinita.
Y en medio de tanta hermosura,
mis apenas tres mil millones de brutalidad
alzados sobre sus piernas,
contemplando la inmensa serpiente
de aguas turbias que secciona la selva.
Me sigue la (ci)vilización del necio.
El lenguaje del salvaje.
El bestia se ha armado con regla,
escuadra y compás.
Artilugios rígidos.
Estrictos.
Para tomarle la medida al todo.
Instrumentos incapaces de plasmar
un mundo que se retuerce y se quiebra.
Un mundo en contante transformación.
Uno que se reinventa cuando se le altera.
El punto es incapaz de percibir la línea.
La línea no puede concebir el plano.
El plano nunca entenderá la tridimensionalidad de la esfera.
El continente, el cuerpo nos pone fronteras.
Dicen:
las líneas paralelas no se cruzan.
Nunca,
aseguran.
No sólo se cruzan,
sino que se unen,
cerrándose una sobre la otra,
abarcando el infinito.
En hélices de belleza
con un alfabeto simple:
adenina (A)
citosina (C)
guanina (G)
timina (T)
cuatro bases nitrogenadas,
cuatro anillos químicos,
para escribirlo todo.
Para dar forma a todo.
Incluso a mis tres mil millones de brutalidad.
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Si diese un grito,
me rompería.
Por eso callo.
Pues sigue callando de esta manera tan bonita, @Alex_richter-boix, y extiende te más allá del cuerpo para escribirlo todo. Para dar forma a todo.
Un saludo!
Un saludo!
Hay tanto que destacar en estas letras ,
Es tanto lo que grita tu pluma y tu boca calla
Hay tanta mezcla de sentimientos sensaciones y certezas .Que se convierten en un huracán que arrasa
Y que envuelve a quien lo lee ( al menos a mí)) en esos tres mil millones de brutalidad
“El mío es un ADN mal zurcido
una rápida producción con falta de diseño”
El ser humano esa mano negra que arrasa con toda la belleza que la naturaleza nos regala
El continente, el cuerpo nos pone fronteras
Dicen
las líneas paralelas no se cruzan
Nunca
Aseguran
No solo se cruzan
sino que se unen
Cerrándose una sobre la otra
abarcando el infinito .
Francamente sin palabras . Enhorabuena !!!
Muchos muchos aplausos ,!!!
Que vendrá después ... ?
las primeras cuatro estrofas me han hecho pensar que esto sería meramente una bella descripción lírica de una observación de la naturaleza, el tucan, la mariposa, la hermosa paleta de colores que describes, etc.
pero luego me encuentro en quinta estrofa con los 3 mil millones y los 34 mil millones que… » ver todo el comentario
como dijera el genio Einstein: "La realidad es una mera ilusión, pero una muy persistente"
El de los números si que puedo, es de las pocas que sé, aunque te tengo que decir que he hecho trampa. Los 3 mil millones son las pares de bases que conforman, más o menos, efectivamente el ADN de los humanos. Es decir tenemos 3 mil millones de secuencias de CCCTTGGGAAGGTTCCC y así hasta 3 mil millones… » ver todo el comentario
Voy a resetear mi mente a ver si así es capaz de absorber toda esta información
Tremendos !!!
Lo que se aprende en este bar ...
Gracias a ambos !!
ciertamente una delicia intercambiar estos nuestros delirios filosóficos
y tan grato aprender todos estos detalles fenomenales de la biología a través de tus comentarios
(maravillado con la explicación magistral del porque plantas y ciertos insectos necesitan mas información)
yo que soy de tecnología informática me asombra como la vida misma parece tener su algoritmo y su codificación en una entidad biológica como el ADN... Me pone seriamente a pensar en la teoría del diseño inteligente... Pero lo dejo allí... Serán temas para un próximo poema de alguno de los dos
Fuerte abrazo compañero
Respecto al poema, en lo que respecta a mí, quede totalmente satisfecho en cuanto a tu intento de describir y descubir ese viaje al amazonas, efectivamente al final te saliste un poco del tema y terminó no tan feliz el poema, pero que importa.
Es un gran trabajo, muchas felicidades.
Y aprovechando el espacio, que Bárbaro Alejandro, te dan una escusa y nos llenas de conocimiento, jajajaja.
Un abrazo.
Muchas gracias por pasarte a leer y dejar tu comentario, siempre es un placer!
Y sí, si me dejan me enrollo y como no es la primera vez que Alejandro pregunta cosas, y visto que estos temas también le apasionan, pues me animé... son pocas las veces que se puede combinar con alguien una conversación de ciencia y poesía
Un abrazo bien fuerte amigo!
Cuando quieras filosofamos profundamente de la vida.