Miro cosas lindas cada vez que miro, escucho mejores cada vez que escucho, leo obscenidades sin caer en ellas, me encuentro sin encontrarme con un cigarro en mi mano, cigarro de voz cansada y pausada me haces recordar a Porchia, escucho de vez en cuando, cuando busco palabras hermosas que griten en melodía, la voz crujiente del alma de Alejandra.
Miro mis piernas sin poder evitar ser invadido por la rodilla de Rimbaud y sus largas caminatas.
Están tan oscuras las noches de antiguas noches, están tan oscuras las mil caras de mi memoria, tanto, que siento el misticismo de Olga, su juego de cartomancia y el opaco negro de Berenice, vivo en la tecla ajena de la distancia que no llega, me equivoco tanto que insulto la precisión de la palabra en los poemas de Borges. Sin lugar a dudas no puedo mirarme al espejo...
¡Temo hacerlo!
Mi espejo se dobla como los relojes de Dalí.
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