Primavera
Te pido perdón, gran señora,
dueña de días y noches,
acéptalo
y entiende
que humano soy,
demasiado falto.
Llegarás tú primavera,
las flores vestirán
sus mejores galas,
brotarán jazmines albos,
y galanes perfumados,
rosas rojas olorosas,
nenúfares en las nubes
y un dulce sabor
bienaventurado.
Desnuda,
tu pelo enroscado
al suave viento del sur,
saldrás de tu concha ocarina,
perla que nos ilumina,
expandirás vida en la tierra,
por ríos y mares
por cuevas y hogares,
sustento fulminado por pazguatos,
egoístas, mentecatos.
Allá donde estemos
batirán nuestras alas
espantando lacras,
convirtiendo hedores
en caricias
en colores,
virus con corona destronados,
replegados a la belleza más pura,
a la brisa de Záfiro enamorado,
junto a ninfas poderosas,
compañeras de esfuerzos y de fatigas,
de inviernos crudos,
de esperas exasperantes,
de cielos mudos.
Llegarás tú primavera,
y te hallaré,
no descuides,
mirando a las nubes,
al claro iluminado,
al arqueado iris
que tiende puentes
a nuestros livianos cuerpos
que cruzarán cabeza en alto,
gritando y alabando
a madre tierra,
herida y enamorada
de sus hijos,
los humanos.
Madre, madre, madre,
hablarán mis lágrimas penitentes,
madre, te escucharé,
te debo la vida,
prometo no defraudarte
porque eres baluarte y espada,
firme, compasiva y fiel.
Soy…
tu hijo avergonzado
de cruel naturacidio,
natura soy
me maté a mí mismo.
Perdona,
comprendí el mensaje.
Mercurio cumplió
su recado,
me habló muy callado,
dulces palabras atricionantes.
Confieso,
fui despiadado,
y ahora me fundo contigo
en el abrazo mas hondo
de hijo,
de súbdito,
de amante amado.
¡No me dejes desvalido!.
Soy torpe, insensato,
fruto de una sociedad sin hilos….
Faltaba una pieza en mi puzle,
por fin la he encontrado,
la de tu manto sagrado.
Pónmelo.
A tu lado,
jamás,
jamás pasaré hambre,
ni frío desconsolado.
Checha, 19 de marzo de 2020
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