..VIUDA AFECTADA
Ay, como un tiempo las viudas a los conventos,
debiera esa costumbre proseguir.
En temible soledad ya nada me consuela.
Busco amante, fiel criado, avivador,
consejero, y alguna vez, hasta marido.
Por lo mismo, nada sé de provecho, aunque sí hilo;
quisiera divertirme con los trapos,
y algún quehacer sumaría a mi débil suplicio.
Famélico subsidio me dejó aquel
que se murió deprisa y sin aviso.
Caído el ánimo, hago memoria de mi pobre,
cuando pastas y té traía a mi aposento.
FEMINISTA
De este, aquel, y otro además, tengo los hijos.
Como el hombre, con todo regocijo duermo.
Las estaciones son benignas; de saltito en saltito,
como el ave zancuda me agarro a los ramajes.
No existe foro ni reivindicación, sea justa
o irracional, que no me sienta en medio, aleccionando
a las masas fervorosas contra el oficio de galán.
Un local adecuado a reuniones consigo
de a quien me muestro cariñosa y amable
y le hago correr mundo en mil planeos lejanos.
No tiento a ninguno pero apreso su afición entusiasta.
Muchas son colegas; afines volamos al aquelarre
en noches de mayo, sin vehículo.
Si miráis dentro de mí, me veréis muy sabrosa.
DIVORCIADA FELIZ
¡Estoy libre! ¡Al fin, independiente!
De un socarrón de las garras me zafé,
hastiada, cada día, de padecer su condición.
Cabalmente acortado el velo del divorcio,
con pasiones nulas en los abismos,
alterna en mí la tendencia de varias golosinas,
con mucha actividad de ser, acopiada en los horrores.
Y tal como aconteció el pacto, la mitad de gananciales
repartidos, de tan largo enojo y dolor, vuelve
placer incesante el goce de mi estado.
No más, oh, no más, ningún papel,
arraigará con su quimera en mi fluido pecho.
Me envanecí con el primer fuego activo,
pero es deleite que la costumbre lo corrija.
Razón y experiencia son mi profundo saber;
si alguna vez la frivolidad me arrastra,
que sea gozando indómitos terrenos.
Precisamente ya preparo mi ingenio,
y con nobleza y divagación moderna,
descorro, en la secreta charla, en breve tiempo,
otros lindos manjares igual de frívolos.
Ya me digo que tan ardiente tenacidad
por todas partes me instruyen sus discípulos.
UN ADOLESCENTE
No pienso sino en modernas diversiones,
muchachitas, bailes y maravillas, bebidas
de toda índole, y por ahora, al tabaco ni tocarlo,
pues, no es bien saludable oler cuando se besa.
No me vale que manos, pies y demás miembros,
destilen los más caros perfumes inventados,
mientras tanto se esfuerza la humareda.
El sabor de la carne de los labios
debe ser tan natural como sus jugos.
Por cierto, allá veo a la chica que me atrae,
a la que quiero iniciarla en las tinieblas.
De este modo llegaría a aunar amor y sensualidad
de aquel que sabe los prolíficos laberintos,
apasionándose en el plan veloz y cavilado.
UNA ADOLESCENTE
La verdad que se sostiene por sí misma, guardo
igual que los primeros devaneos afectivos.
Solamente la algarabía alegre, la música estridente,
desaforada, que trastorna la tarde con chillidos
extremos, todo ese barullo jovial que se esparce
con gracioso alborozo por los bares y clubes,
todo ese ruido que se agita jadeante cuando bailo,
encienden mi entusiasmo, y acalorada me aplasto,
en estrecha penumbra, contra alguno que flota
en su delirio, empujando aquí y allá, o sueltas
las caderas, lanzo destellos que a muchos aprisionan.
Asentándome en el corro apretada, las manos
y pies al viento, caderas y tobillos en círculos
benéficos, voy de un lado a otro como poseída,
de hora en hora, de vaso en vaso sin retorno.
Aquel chico de ciudad se cree que este momento
único gobierna a las mujeres, y aún no faltándole
reparo al título por el que se dice rodar,
con vehemente tolerancia, en tan sutil apreciación,
no ve cómo su regular opinión y vanidad son torpes,
pensando que, dotado de suaves palabras, me doma.
Por lo demás, estoy en el segundo bachiller,
y con esto, dispongo de toda mi decencia y osadía,
a plena luz o en oscuras alamedas.
Pronto estudiaré con mayor sabiduría
el mundo mínimo y el grande, combinando
desagregaciones materiales con el aire universitario.
AMA DE CASA (Madre de la adolescente)
¡Esa es mi niña! El ser avispado de mi ser.
Lo que me falta a mí, lo alcanzará en el futuro,
porque este es profuso en deseos, y en lo que atañe
a su inmensa prodigalidad, concierne a mi garganta
decirlo con natural decoro, supuesto que, tenga
o no admiradores, un alto puesto se describe
que las manos le llenan de sortijas, de gran valor,
montadas con jactancia independiente.
Confío que, siendo igual a mí, trabaje menos, gane
más, intensa y consciente, con igual dignidad.
Los vidrios empañados acrisolo cada día,
y dobles realidades con vasto y doble ánimo,
pieza a pieza, suelo, paredes y utensilios, baldeados
día y noche, y dentro de la misma metaformosis,
aderezo el honor de los manjares.
Aunque sea considerada mi labor tan augusta,
me canso más que funcionarias, y este esfuerzo
nunca veo recompensado. Multiplico las horas,
agrieto mis mejillas allí donde el rocío atesora
la tersa y leve efigie, y todo ese asunto
donde una mujer ofrenda con leal dedicación,
no encuentra protección en el sindicato.
OTRA AMA
Toda labor doméstica en presuroso enjambre,
no halla su reflejo en nada público o Estado.
Una vez más el oro del infierno no llega
a nuestra bóveda, aunque en lúcidos festines
nos cuelguen del cogote muchas insignias.
SINDICALISTA
Retozando entre mis cuentas tomo nota
para el siguiente Congreso con su emblema;
afiliados y diletantes en todo ejercicio provocado,
juzgan y critican cada paso; huelgas que incitan
las desnudas enseñas enfiladas, con viejas
y jóvenes vindicando el reposado desayuno.
A los clementes promotores les arengo:
“poned mil barricadas, igual que los pasquines
por todas las esquinas y monumentos,
y puesto que al año salimos en barahúnda,
tiene la juventud insuperable una copita a mano”.
Me gusta salir abigarrado con grata gente,
cadera con cadera solamente, algún grito que otro
a los adversarios; ir por centros y locales
como un tierno mozalbete por ver si pesco
con pícaro anzuelo, y así, algún que otro distraído
lo atraigo hacia mí con pulida pluma y reflejos.
He escuchado las quejas de las amas, y me valgo,
hasta del mismo diablo postizo, para de esas razones
no privarme, por si arreglo con ellas, algún asunto.
Ah, ahí, no lejos, se distingue la noble baronesa,
aunque quiera ocultar su inmejorable rostro.
Buen tiempo este de provecho, por si las moscas,
para ambicionar también que, en esta fábula,
no llegue nunca a ligarse al viejo tronco.
Para ese menester el diablo, y si no, mi Sindicato.
BARONESA
Pareciera que alguien pretende hacer alusión
sobre mí con poca sensatez exhibida.
No estaba en mi carácter intervenir, pero los malos
son otros, que pierden el sentido con esos chirimbolos,
en parques y avenidas ensartando sus figuras
hasta el borde de la ociosidad, con desatinos.
Ahora dogmatizan con mínimas palabras,
a fin de que transpiren, desde el fondo al exterior,
las aceras, con pócimas y mejunjes, combinados
en negación del cierto tiempo.
Yo soy parte del árbol y de la rama,
y aquellos no echarán un trago a mi salud.
FALCO (A Teófanes, luego de ver tan variada exposición que aquel
le insinuó como atracción del mundo)
Son estos tus tesoros, tu sublime gozo,
la anchura total de tu vasto universo.
Para mí desearía yo el bajo abismo
donde resplandece el fuego de la negación,
donde entre los seres se afanan los enigmas;
allí nace la esencia de la verdad oculta,
allí crea la desazón al hombre.
TEÓFANES
Tardarías cien años en completar la obra,
sin así discurres, con tanto desacierto.
Vislumbra las maravillas del mundo latente,
no quieras buscarlas en la duda de otros mundos.
FALCO
¡Agnóstico infernal! ¡Prosigue el camino!
Cíñete al fragor de tus dominios licenciosos,
que yo aspiro a otros insaciables
para así olvidar la duda, la duda de mí mismo.
TEÓFANES
No te visita el arrepentimiento ni el dolor te entristece,
no asumes convulsiones que levedad cedan
al colapso fatal de algún remordimiento,
fuente y resultado de la mente laxa,
al parecer, insufrible, que odia la humanidad,
arrastrando tras sí la eterna discordia,
¿por qué avivas gritos con delirante opresión?
(Recién casados saliendo del templo)
FALCO (Sosegado)
Dejemos de filosofar, y a lo nuestro.
¡Qué bullicio! ¡Qué confusión por los aires!
¡Qué griterío y vivas flotan con odiosa rustiquez!
La respetable gente sale del templo, honrosa y frenética,
alborotando con fatuas ansias del vivir jadeante,
apresurando la animación de alguna penosa alma
que anda cerca, por verlo todo con que resurgir
lanzando canciones de odioso júbilo,
presa de la sombría formación engalanada
para lanzarse al mundo con renovado espíritu,
a decir verdad, con el desliz libidinoso que yo mismo,
escabulléndome por la estancia, adaptado el instante
al pasadizo y a seductoras palabras, cumpliré
en mí aceptando tan gozosa penitencia.
Brilla al lado del novio la joven y hermosa novia;
antes de que se entregue al pecado impuesto
para mal de muchos, descenderá al verdadero placer
del negro abismo, cuando con dulces invectivas
sobre su corazón, mi afamado aspecto le dé
impulso al suyo, y la ciña por los senos, mientras beban.
Ya me vio con furtiva mirada, y en cuanto a ese aire
arrogante, he de apagarlo como si fuera el mismo diablo.
TEÓFANES
Ahora sí que tu esencia de contradicción
es el espíritu del hombre.
Observa aquella linda mujer que vende el amor.
FALCO
Dos naturalezas contrarias pugnan contra el caído
hervor de mi pecho que buscó perfecta armonía,
una, bajo recio trono, se abrasa por obrar el bien,
padeciendo, en su inmensidad, agonías mundanas,
otra, forjando sufrirlas, bebe altiva del manantial
copioso sobre la eterna aspiración a dominar
culpas con culpas aún mayores, musitadas
en medio del hombre, dispuesto a doblegarme y ser
injuriado vilment
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