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Sueños. "Disolvencia" (letras para una música)

Anthony Phillips - Tregenna Afternoons
www.youtube.com/watch?v=hsUTIby_IsQ&feature=share

Trato de disolverme.

Todas las noches, en la madrugada sueño
que sueño
que trato de disolverme.

Disolverme de tantas cosas...

En la madrugada
sueño, que sueño
que trato de disolverme de los lastres
como ruedas de molino, en las alforjas.

Sueño que insisto en disolverme.

Que necesito disolverme.

Que me va la vida en disolverme.

Y sueño que sueño con todo aquello
de lo que trato de disolverme.

Trato de disolverme de las fotografías polvorientas.

Trato de disolverme de los estantes vacíos.
De las calles mudas y las avenidas desiertas.
De los adoquines gastados y las aceras grises.
Del eco de las pisadas.

Disolverme de los epitafios místicos y de la bruma rencorosa.
De las esquinas burbujeantes y la homilía sorda.
De la nebulosa rosa.

Disolverme de los cines cerrados
y de los teatros con embargo.
Del canto de la penumbra
y de los hechizos sabor a menta.
De los toboganes para espíritus
y de las prisiones de por vida.

Sueño que sueño que trato de disolverme

de los campanarios con cintas de regalo
de los gatos semiperros
de los sudarios meones
de los puticlubs enlatados
de los sapos cuadrangulares
y de la muerte a buen precio.

De los muros construidos con frases hechas.

De las cruces redondas, de las caras lisas.
De los cielos a cuadros,
y de los días a fuego lento.

De los solsticios de silencio
y de todos mis fantasmas
con frac y sombrero de copa.

Trato de disolverme del territorio del diablo.

Trato de disolverme del tiempo y del espacio.
De los años y de los segundos.
Del aquí y el allá.
Del entonces y del ahora.
De los cuadros negros y blancos.
De la letra y las palabras.
De la fina línea
que separa la luz de la oscuridad.

Sueño, que sueño que trato de disolverme

de los ojos, de los labios y del pelo rojo.
De las manos y de la piel suave.
De la cremallera bajada de un vestido blanco.
Disolverme de las miradas con chispa y las siete de la tarde.
De la caricia.
Del piano cojo,
de las amapolas, de la tierra húmeda, del cañaveral.
De la vereda.
Del río.

De los besos de chicle.
Del aliento en el cuello.

De los mordiscos al alma.

Disolverme, sencillamente disolverme.

Pero no lo consigo.

Tal vez debiera
simplemente olvidarme,
y dormir plácidamente
sin insistir
en soñar que sueño, que me estoy disolviendo.

Que me estoy olvidando.

Sin insistir en soñar, que sueño,

que puedo olvidar.

J. Robles
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Balada de Joe The Human

-Joe The Human es él. El que se sienta en el suelo, en la esquina de 27th St y Malcolm X Boulevard en Harlem.

-Joe The Human ya es viejo. Pasa de los setenta, viste andrajos, duerme en la calle y pide una ayuda para comer algo.

-Joe The Human es ella. Vive en Keren, Eritrea. Tiene seis pesados años y ayer no comió nada.

-Joe The Human hoy ha podido conseguir un puñado de arroz crudo de UNICEF. Mamá murió de tuberculosis, papá fue asesinado.

-Joe The Human es él. Patea las calles de Sao Paulo, descalzo, robando todo lo que puede para subsistir.

-Joe The Human nunca fue a la escuela. Solo conoció las drogas y las pistolas, y nadie le dio jamás absolutamente nada.

-Joe The Human es ella. Tirada en el suelo mojado de una sucia choza de lata. Con excrementos, ratas y bichos por doquier.

-Joe The Human se muere de hambre y de lepra en un suburbio de Dacca en Bangladesh.

-Joe The Human es él. Si, es@ que sacan ahogad@ de las aguas del Mediterráneo, porque huye de su país en guerra.

-Joe The Human es él. Ese que asalta barcos en las costas de Somalia y al que todos llaman pirata. Pero nadie cuenta que

-le robaron todo el pescado, que era lo poco que tenia para subsistir.

-Y Joe The Human también es él. El que duerme en un cajero frente a mi casa. Huele mal, y me pide un cigarrillo algunas mañanas.


-¡Maldita sea! ¡Que extraño! ¡Pero si yo soy Joe The Human! ¡Soy el verdadero Joe The Human! ¡Soy el único Joe The Human!

-¡Soy el honorable ciudadano Joe The Human de un mundo moderno y maravilloso! ¡Soy el político Joe The Human!

-¡Soy el presidente Joe The Human! ¡Soy la institución Joe The Human! ¡Soy la empresa Joe The Human! ¡Soy el multimillonario Joe
The Human!

-¡Soy el ciudadano de a pie Joe The Human! ¡Soy el gobierno Joe The Human! ¡Soy la religión Joe The Human!

-¡Soy dinero! ¡Soy lujos! ¡Soy grandes ciudades! ¡Soy fiestas! ¡Soy petróleo! ¡Soy Dow Jones! ¡Soy desarrollo! ¡Soy armamento! ¡Soy
guerra!

-¡Soy oro! ¡Soy prejuicios! ¡Soy falsos ideales! ¡Soy vanidad! ¡Soy avaricia!


-¡Soy el centro del Universo! ¡Soy el Sol! ¡Soy la luz!


-Tengo la suerte de ser el gran Joe The Human, el magnífico Joe The Human. ¡El civilizado y HUMANO Joe The Human!

-Y no quiero saber nada de ese otro real y bastardo Joe The Human del que me hablas.


-¡Mis acciones están subiendo y hoy es un día maravilloso! ¡No vengas a jodérmelo con tu discurso! ¡Déjame en paz!


Joe The Human (J. Robles)
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Tsi Tsé me cuenta cosas

Negro como noche sin luna
y el alma blanca como la nieve.

Tsi Tsé me pone un café y me cuenta cosas.
Siempre me dijo que había venido en avión.

Pero Tsi Tsé hoy está triste. Los ojos húmedos.
Y me cuenta la verdad de como llegó a España.

Como huyó de la guerra que se llevo a casi toda su familia.

Como cruzó durante un año la selva y el desierto.

Como le dieron la noticia de la muerte de su madre.

Y como trabajó como un esclavo en Marruecos para pagar la patera.

Cincuenta almas a bordo.

En alta mar empieza a entrar agua
y los mas fuertes tiran por la borda a los mas débiles.

Gritos, llantos, palabrotas y golpes. Todo por sobrevivir.

Tsi Tsé se agarra fuerte a un hierro y consigue que no lo tiren.

Intenta sacar del agua a una chica embarazada que grita ahogándose,
pero no puede. Y por fin llegan a tierra.

Es muy triste pepé, me dice con una lágrima.

Hoy trabaja en una cafetería. Es un genio haciendo churros.

Pero no tiene papeles y tiene miedo a que lo expulsen.

Mejor la muerte, me dice.

Siempre ve los ojos de la mujer ahogándose en el agua.

Y yo sueño con ellos y tengo pesadillas.

Mejor la muerte pepé. Y mira al suelo. Tsi Tsé me cuenta cosas.

J. Robles
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Nefelibata

Quizá nadie se percata.
¡Todos le aman!
El flautista sonámbulo es muy cuco.
Pero yo sé muy bien cuales son sus
verdaderas intenciones.

El flautista sonámbulo
sopla sin pausa
su endiablada flauta.

La de la bien amada sensatez.

Por los campos de heno

divergentes.

Artemisas y Ateneas aplauden entusiasmadas
su buen hacer.

El buceador que busca perlas
en un cuadro de Dalí
descubre los rostros escatológicos
de los peces - vida
y me lo cuenta al oído.

Los cuchicheos de los diablillos
me relatan como los bandidos
han asaltado las torres de Babel
y robaron todos los poemas.

Dicen que existe un espejo
en el que solo ves tu parte buena.
Pero creo que me miro en el
espejo contrario.

El flautista sonámbulo
toca sin descanso
la flauta delante de mi puerta,
provocándome.
Pretendiendo obligarme a despertar.

Tendré que asesinarle.

No consentiré que nadie,
ni siquiera el insigne flautista
interrumpa

mis putos sueños.

J. Robles
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Preguntas

A veces, una canción es capaz de hacer que la mente recorra
la inmensidad del universo. Y a veces puede que arranque algunos pequeños recuerdos de hace ya mucho tiempo. Y es capaz de hacer que la nostalgia nos inunde.

"Noticiero nacional" Lito Vitale cuarteto.

www.youtube.com/watch?v=A47b_KBha7c&list=RDA47b_KBha7c&start_r


Donde se fue el brillo de las espadas de juguete?

A donde el barquito de cáscara de nuez

Donde se fueron los acurruques que me dieron de chico

Y donde la ventana abierta
y la tarde fresca


Donde se fue el pequeñajo
peloteando en la pared

Donde se quedó el galopar
de la Luna

Y los caballos voladores

Y el algodón de la nubes


Donde se esconde la huella

Y la niña de ojos oscuros y pelo rojo

Donde aquella mirada

Y donde la calle con charcos?


Donde están las velillas a los santos

Y la mañana soñolienta

Y las velas en el horizonte?

Y donde tantos santos sin vela


Donde se fue la leche con pan migado

Donde la noche de estrellas de colores

Donde las canicas y la tierra en las rodillas

Y donde se fue el golpeteo de la lluvia en el cristal


Donde una cuaresma con sombrero

Donde la puerta entreabierta

Y las rosetas y el cine

¿Donde se esconde el arlequín que maneja el tiempo?

Donde se fueron los sueños en el colchón de lana

Donde las golondrinas con sus nidos de barro?


¿Y donde está mamá?

¿Donde se fue su delantal verde?

Y sus manos suaves y cariñosas?

Y donde "La Parrala"?

El noticiero dice

¿Que dice el noticiero?

Que bombardearon Pionyang.

¿Y papá?

¿Y su rincón?

¿Y su vieja radio?

¿Y su chaqueta gris?

¿Donde el rincón del fuego?

Donde se fue la gatita Princesa

¿Y donde se fueron los cuentos en la cama?

Y el beso de buenas noches?


Y Donde se fue el azul?

¡Dios mio, el azul!

¿Y la luz?

¡Joder! ¿Donde se fue la luz?


A mis padres y a aquella época.

J. Robles


"Noticiero nacional" Lito Vitale cuarteto.

www.youtube.com/watch?v=A47b_KBha7c&list=RDA47b_KBha7c&start_r

Imagen: Claudio Souza Pinto.
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V. Estado mental inconcluso y desolado. Semillanto

Ya hace que se suicidaron los divanes
de los psiquiatras
atormentados por el busto de Venus.

Se arrastraron por la vileza
de las palabras
la aurora y los horizontes.

Por la vileza de las traiciones
se perdieron los ojos
y quedaron huecas las cuencas.


Ya hace
que se repartieron los infiernos
carnes glorias y celestiales huesos.

Volvieron a morirse los mares muertos
y se secaron los ríos que vivían sin vida.


Hoy.

Desfallecen las ilusiones
y se amontonan las desganas.

Sopla el abrego liviano en sienes oscuras
acarreadas de pesadas coronas
refrescando los sudores de eternidades pasadas
y de presentes sin forma.

Siguen la corriente los eruditos
al descontar de los días.

Y cuentan los minutos los infieles
para recibir su pena.

Los mares se esconden
tras enjambres de puntos suspensivos.

La Luna se baja de su trono
y se arrodilla.

Los viejos libros rezuman puses
en los estantes.

Los nuevos están petrificados.

El amor quedó varado.


Solo tienen vida propia los te quieros
grabados en el barro de algún
desierto
donde en el Ayer llovió
suave y trémulo

en corazones encadenados

y en labios

hambrientos de labios.


J. Robles
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Las hojas amarillas. (Cartas para ti)

De donde diablos caen
estas hojas amarillas,
si ya no existen árboles,
ni mar,
ni polvo en el viento.

Si no volvió el otoño.

Si ya no canta el río.

De donde diablos nacen
estos pétalos blancos,
si de las nubes grises
se secó el agua de mayo.

Si huyeron los pájaros
de la rama del almendro.

Si de triste se consumió
la primavera.

De donde diablos sale
este brillo de la Luna,
si de negra
se borró la noche.

Si de frías
se apagaron las estrellas.

Si de roto
se cayó el firmamento.

De donde diablos
saca fuerza mi esperanza,
si solo me queda
el recuerdo de tu sonrisa.

De donde diablos respiro,
si tu no estas.

Si ya no hay aire,

ni tierra ni cielo.

Si ya no hay luz.

Si vivo sin vida.
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IV. Estado mental inconcluso y nostálgico

Un solo paquebote navega gris
sin norte ni rumbo
las fieras olas del destino.

Un solo cortejo de almas anónimas
cubiertas de santo luto
cruzan el paisaje a mi alrededor,
bajo el viejo olmo.
Arrastrando, esclavas del abismo,
las insípidas cruces y los gallardetes del averno.

Plaga de ortigas y látigos divinos
se blanden en los resquebrajados altares
de los templos.

Tiempo por tiempo.


No queda lamento

que no increpe los aberrantes delirios
de un dios fatuo y libertino.

Seguirán sin vida, la vereda embarrada
y los cañaverales que se sintieron arder.

Los ríos de hielo rojo, y las amapolas
que abrazaron el pudrirse.


No queda llanto

que no riegue de lágrimas
la burlona sonrisa del pasado.

Seguirá sin vida el viejo árbol cortado
que sigue esparciendo su maravillosa sombra
por el amor que cobijó
y por las almas agradecidas que no lo olvidaron.

Seguirá sepultado
el viejo columpio de la cuerda rota que
se cuela en desveladas madrugadas
mostrándome el pelo rojo del ángel.


No queda suspiro

que pueda aliviar
el laberinto de achicharrados instantes
en que arden la razón y los poemas.

Seguirán sin vida las siete de la tarde,
nublada y lluviosa,
la hierba mojada,

el aroma de la piel.

Seguirán perdidos
los domingos de sol
que abrían de par en par los corazones.

Y las caricias suaves.


No queda sangre.

Transmutada en sulfuro y orín.

Seguirá sin vida el calor del abrazo.

Y las piedras mojadas donde
solíamos sentarnos
bajo el viejo puente de piedra.


No queda alma.

Entregada al fuego poderoso.
A la destrucción del día
y los entierros de la noche
que esconde las margaritas secas
y olvidadas.


No queda recuerdo

que no evoque tiernos huracanes
huidos,
de besos lapislázuli

enterrados en lúgubres umbrales
de la época de los verdes valles.

En el ahora

valle muerto.


J. Robles
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III. Estado mental inconcluso, séptico y aullante. (Siete piedras).

Génesis. Seven Stones.

www.youtube.com/watch?v=Ubb__W5JMXA

Todos.

Los hijos de las campanas,
que borbotean majestuosidades
por naciones de cristal
y por inmensas arenosas llanuras
de cabello de ángel y piel de sapo.

Donde por sus pardos rizos vuela
una dulce mariposilla, salvaje y pelirroja
buscando una inexistente flor
en la que posarse.

La dama pomposa que pasea
entre muselinas y alabastros
rozando apenas, grácil,
los marmóreos pasamanos
y barandales palaciegos.

Los esperpentos que relinchan
en corazones volcán de furia
colgados de estrellas multicolores
y fantasías románticas.

Los leviatanes rojos de ira,
que escupen pudrimentos,
y pasan lista en los purgatorios.

Los desalientos de ojuelos pequeños,
incautos y retraídos
que adoran un dios pagano
invalido y terrenal.

Todos

pordiosean un rayito de aire
o una burbuja de luz.

***

En los negros campos, del surco del arado
tirado por bueyes castrados,
surgen autodestructivos,
infinitud de delirios esponjiformes
y obsolescencias intangibles.

Origami

Pétreo

Nauseabundo

Absurdo chirrido astral del mundo.

Sinrazona alcohólico el tribuno
con mano abierta.

Cubierta de viejas platas.

Y marcos antiguos y rococós
de cuadros que no se ven a si mismos.

Todos.

En los acaramelados cenotafios
se duermen expectantes.

Los perros ladrantes

las cruces palpitantes

los habitantes.

Enemigos triunfantes

los galantes

los siete infantes

los sabios edificantes.

Los aberrantes, los circundantes y los liantes.

Los amantes

y los malhablantes.

Los que llegaron después
y los que se fueron antes.

Todos

pordiosean un rayito de aire
o una burbuja de luz.

***

Y mientras yo bailaba, estúpido,
con el diablo
y el mundo giraba desenfrenado,
algún tiempo, asesino sin escrúpulos
aplastó con su paso poderoso
a mi dulce mariposilla, salvaje y pelirroja,
que nunca encontró una flor.

Y yo la sueño.

Cada minuto la sueño.

Se posa en mi alma,
llorosa y triste.

Y pide perdón
por haber existido.

Por haber ocupado durante siempre
un irreal y mágico
espacio azul.

...Y pide perdón...

¡Y clama el cielo!

¡Y las veredas gritan de dolor!

¡Y el río grita de impotencia!

¡Y el viejo árbol se retuerce de sufrimiento!

Y yo grito

y mi alma grita

y mi corazón arde

y me retuerzo en lo oscuro

y grito...

y pordioseo

un mísero rayito de aire


o una patética

burbuja de luz.


J. Robles
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II. Estado mental inconcluso y séptico

Hoy.
Se abrazan los brazos arácnidos
en desencantos y advenimientos.
En rutilantes vivas formas de muerte.

Crápulas poemas indigentes
se esconden en mares de vaguedades
donde las alimañas de fuego y cieno
escalan ruinas de obscenos versos
en tugurios de curvilíneas
y hermosas mentiras obcecadas
y verdades autistas.

Se empachan y tienen retortijones
los dioses
de risas lancinantes, mientras los ausentes
claman presencias.

Hoy.
Mandamases de lejanos imperios
descubrieron las maravillosas eclípticas
de cualquier vulgar templo nihilista
en donde se alcen fulgurantes barbacoas
para la carne semipodrida.

Se enmartan los jueves y se enjuevan
los martes,
y siguen tradiciones.
Y descansan los domingos
domingueando, incendiando museos
negruzcos y heréticos. E hieráticos.

Se mean los sudarios
en huraños orinales de aurum.

Se encarnecen los brillantes muñones
de pensamientos cortados con hacha,
y se entumecen las grietas de la carne.

Hoy.
Se pavonean las túnicas y los enmascarados
por entre los arbotantes del Duomo.

Se cierran los puticlubs y los mentideros.

Se reparte gratis cianuro y naftalina.

Se vanaglorian las leproserías.

Se queman las catedrales.

Hoy.

Se ríen de si mismos los cadáveres.


Está claro que también hoy

es festivo.


J. Robles.

Imagen: Fotografía de John Dykstra.
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Estado mental inconcluso I

Sueñan con la candidez de los versos
ellos difuntos, y ellas, hespérides.

Yo sueño
salones de baile repletos
de gatos muertos
que deambulan por soledades
soslayadas e inermes,
en corazones planos
y mundos cúbicos.

Sueñan con lo humano y lo divino
los abismos y las hecatombes.

Yo sueño
salmos satánicos flotando
en los burdeles del espíritu.

Sueño
arcángeles del diablo
que cabalgan los crepúsculos
amasando con sus largos brazos
informes orugas ensilladas,
espinosas y crudas, crueles,
que crecen en encéfalos y glías
venidos a más
o vendidos por menos.

Sueño
pudrideros de conciencias.

Envoltorios plásticos para espíritus tetrapléjicos.

Aciagos rincones revueltos
entre costillas.

Entre versículos sedientos de sed
y enfisemas espurios.

Sueño el canto del dragón.

Sueño el vil garrote vil.

Sueño el ladrido de la culebra.

Hoy es fiesta en el Edén,
y solo Adán me ha oído mentir.

Adón no me cree,
y Odín se ríe a hurtadillas.

Solo el agujero en la tierra
escuchó mi verdad.

Solo Colombina me abraza y me besa,
y me reconoce por mi verdadero nombre.

Solo un dios extraño y respingon
me dice lo que está mal.

y yo me digo
lo que está bien.

Viven los vivos con la muerte
y sueñan los muertos con la vida.

Solo los sueños
son capaces de decirme
si estoy vivo.

O no-vivo.

J. Robles.
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Del pasado

¡Puto pasado de mierda!
Que mordisqueas con colmillos de acero
en mi memoria.
Solo vienes a joderme el presente
a romperme por dentro,
a pudrir
mi raída existencia.

A dejarme escrito un sórdido futuro.

Aléjate de mí, jodido pasado
como yo te dejé un día tirado
como trapo sucio.
Por botella te troqué,
en una esquina cualquiera.

No me persigas más.
No me atormentes.
¡Olvídate ya de mí, asqueroso pasado!
¡Piérdete!

¡Cantinero!
¡llena!

J. Robles
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Nada

Cuan fangoso e intrépido puede llegar a ser
el príncipe de buhoneros y bufones
que gusta de atrapar sombras
por entre las viejas paredes.

Cuerpos ignotos
con la inmortal forma de los siglos
pasean por la cara con acné del tiempo
sobre las lápidas rotas.

Los pecios hundidos en el recuerdo
han sembrado un azul
de almas solitarias
y llantos eternos.

Abominables
pensamientos desgranados
en rojo sangre
malviven en postreros
y apoteósicos nudos gordianos
que un mago desconocido
sembró en algún basural.

Repugnantes
vivencias duermen
suspendidas en barrizales
apestosos de la conciencia.

La triste y afanosa conciencia
de los días - muerte.

Hoy
caen de los techos de las catedrales
cerebros abiertos
y crecen en el asfalto caliente
vientres húmedos
y cálidas prisiones de rejas de cera negra.

Hoy veo desfilar montones de ataúdes sin tapa
escapados de sus tumbas,
con sus feos inquilinos dentro
por calles yermas.

Hoy veo lobos endiablados
arrancar las caras adustas
de mis ancestros
y mis fantasmas.

Hoy veo volar por encima
de tejados negros
historias envenenadas.

Hoy veo como se rompió la esperanza,
como se volvió tránsfuga el amor.
Como se hizo viejo el ahora.

Hoy veo como alguien arrugó el paisaje
y lo tiró sin miramientos
en cualquier papelera.

Hoy veo como explota el mundo,
se disuelve,
y todo se reduce a la nada.


¡Nada!

¡Justamente!

Nada.

Esa era la palabra.


J. Robles
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SI PUDIERA. (Cartas para ti)

Si pudiera hablar
de todas las rosas marchitas
en los recovecos de mi alma.

Si pudiera escribir
de todos los campos de amapolas
muertos en mi corazón.

Si pudiera explicar
de todas las lunas llenas
ahogadas en las olas del mar.

Si pudiera contar
de todas las noches oscuras
huérfanas de estrellas.

Si pudiera decir
de todas las lluvias de primavera
de fango y de hiel.

Si pudiera sentir
todos los besos que perdí.

Si pudiera dar
todos los abrazos que no dí.

Si pudiera dejar de sufrir.

Si pudiera volver.

Si pudiera ir.

Si pudiera correr.

Si pudiera llorar...

¡si pudiera gritar!

Si pudiera...
tenerte otra vez.


Si pudiera...
el día que me llegue la hora...

Si pudiera...

morir, cerca de ti.


J. Robles
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Los gemidos del alba

Música. Bachianas brasileiras. Joan Baez.

www.youtube.com/watch?v=TZNCWb5ZBYY

Son tantos
los gritos que queman los sueños,
del antes, heredados.

Pretéritos llorados.
Silencios milenarios
que se esconden en las vaguadas
y en los nichos vacíos.

Son tantos los recuerdos
disueltos en el barro
que fenecieron en los himnos
y los barrancales.

Es tanta
la sangre que se agolpa
despertada por pesadillas
en las sienes y las plegarias.

Son tantas
las leyendas que acuden en la noche
vestidas con su mejor mortaja.

Es tanta.

La vergüenza que se desnuda.

Los espejos que se parten.

Las nostalgias que revientan.

Las veredas que se envenenan.

Las turbaciones que se vuelven idólatras.

Son tantos los llantos que doblegan la inocencia.

Son tantos
los latidos perdidos

escondidos tras el mortificante
rojo crepúsculo
en que rechinan sus dientes
las sombras.

Son tantos los presentes que nunca fueron.

Son tantos los gritos que queman los sueños.

Son tantos los gemidos del alba.


Son tantas las miserias de los años...

y las llagas del olvido.


J. Robles
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Perfect Lover I

1.
La amante perfecta.

Regordita y socarrona, de miradas maliciosas
y sonrisas burlescas.
Construida con recortes de escaparates de moda.
O con retales de fantasías trasnochadas,
en la que me recuesto.
Me amamanta con chorritos
de fuego candente,
cuando no, con hilos de cicuta
dulcísima, de color verde jardín.

No me gusta el olor a antibiótico que desprende,
caducado, pasado de fecha.

Pero no me queda mas remedio que amarla
profundamente para poder seguir jugando
en el juego de blackjack para cadáveres.

Mientras espero aburrido
en este aciago andén de mi vida,
mirando sin ojos las vías muertas.

Mientras llega mi tren.


2.
La amante perfecta.

Me asalta la idea
de que solo pueda ser uno de tantos espejismos,
sueños, o pesadillas que me invaden.
Obtusas y confusas paranoias,
y semirealidades imaginadas
para una existencia mediocre.

O tal vez mi despecho.

Puede ser, pero a mi me da igual.
Me ha dado su palabra
de que no me traicionará nunca.
Y yo la creo.
Y es de agradecer.

Ella mejor que nadie
sabe llenar mis vacíos,
curar mis heridas,
acariciar mis sienes
o abrazar mis lujurias.

Mejor que nadie
sabe hacerme reír, soñar,
y amortiguar los tristes miedos
que me ahogan.

3.
Solo necesitaba una mirada.
De Venus.
Para guardar esperanzas.

Pero se diluyeron en el viento
todas las venus ciegas que me besaron
y que no pudieron mirarme.

A día de hoy son simplemente
diminutos granos de arena de alguna playa.
Allí las calienta el sol.
Ellas no temen quemarse.

Y yo sigo como siempre.
Oteando sin pestañear el jodido horizonte
por si decides aparecer de improviso
y puedo atraparte aunque solo sea
un encanijado segundo, en algún rojizo ocaso,
o en una rima de amaneceres huérfanos.

Entre tanto,
continuo bailando mi tétrico vals diario
con la amante perfecta.
Ella nunca me abandonará.
Es una gran compañera de baile.

En noches de luna rebusco
en mi propia playa desierta.
Por si descubro una venus perdida
que me anime a garabatear
algún otro poema.

Puede que esta noche haya suerte.


4.
La amante perfecta, regordita ella,
agotó todo su fuego
y se durmió al calor de una vela encendida.

Y yo quedo tranquilo.

Puedo dedicarme exclusivamente
a beberme los recuerdos.
A intentar matarlos
ahogándolos en el rojo sangre
del fondo de una copa de coñac.

Pero ellos se resisten a morir.


Por supuesto que te olvidé.
Que me olvidé.

Todas las mañanas te olvido...

Y me olvido.



J. Robles

El sueño. Pablo Picasso.
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Trinchera ilusión

Trinchera ilusión
de cascanueces desventurados
desencaja nuestra vieja juventud
descolgada por muro de madreselva.

Al borde de mi alma estepa
el cubilete tiempo
retorcido.

Origami de plegadas memorias.
Sendero de hojas caídas,
fantasías caducas
entre ramas quemadas
de árboles podridos.

Oro y pardo,
nuestros otoños sin tregua.
Humedad de monte
en selva desvencijada.
Se pierde el trueno
tras rayo que brama
en tierra de nadie.

Te busqué.
Sin llegar.

Desfogué el llanto negro
en dobladillo cualquiera
y puse al destino
santo y seña.

Ronco tronar en la noche
mares de sargazos
y perfidia en los días.

De azúcar, las fieras
nacidas en tus infiernos ojos

difuntas esperanzas de salvación.

Renaceré en ti.
No vuelvo a estar muerto.

Ni tampoco vivo.

Cenagoso limbo
A media escala
entre sombra y penumbra

Vida que corre hacia adelante
y tiempo desvocado hacia atrás.

Todo arde.

¡O debería arder!

Trinchera ilusión
embadurnada
en cohortes espantos.

¡Riámonos fuerte!

¡A carcajadas!

¡Brindemos copa en alto!

Por lo que se fue
o por lo que queda

ya da igual...


Hasta que la parca me mire
con malos ojos...

y me bese...

te estaré esperando.


J. Robles

Oblivion. Astor Piazzolla.

www.youtube.com/watch?v=dF-IMQzd_Jo
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Demoniorum. (Letras para una música. Genesis ~ 'Duke's Sabbatical')

En mi presente...

Lucifer merienda solo
mientras observa el mundo
por la ventana semiabierta,
y azuza el fuego en que arderé.

Monstruosidades encerradas en gritos aterradores
rompen cadenas y escapan a la luz
del sol abrasador de lujuriosos desiertos
perpetuos, en semillas de trigo que no nacerán,
y títeres discordias.

Oleajes de honestidades perdidas
asaltan los muros
de rincones furibundos
y hacen que resuenen atormentantes
los chirridos de la orquesta,
abriéndose los techos de los liceos.

Los coleccionistas de granjas de seres muertos
conectan sin piedad a los vivos
a tenebrosas máquinas de extraer vida.

Se adentran las legiones
en las maternidades
y secuestran sin compasión
las incubadoras.

La gran pupila dilatada, incrustada
en el ojo gigante, escudriña
todos los secretos de alcoba,
en la génesis del bien y del mal.

Los falsos ciegos berrean y piden veneno.

Se me enfrenta, en toda su desverguenza
Baal, señor de las moscas,
tomando helado.

Belladonas y rododendros se ensalzan
en culebreante ponzoña...

Y adoro a Asmodeo,
con cantos sádicos y fláutas shakuhachi.



Perforan mis oidos los allegros sinfónicos
de los dias dorados,
entrelazados en girones de locura,
cuando las distancias se corrompen entre tu piel
y mi esperanza.

Las mariposillas revoloteavan incautas
en las frescas y verdes acequias,
mientras la mujer con pañuelo
en la cabeza aventaba la palva.

Yo era mas feliz por ese tiempo
si podía alargar mi mano
y tocarte.

Aún me hurgan los días
en que las gotas de lluvia eran libres
y nos mojaban la cara.

Y aún...
me pellizca el tiempo en que el bosque
cantaba para nosotros,
y el sol nos hacía un guiño al atardecer,
antes de irse a dormir.


Ahora...

En las cuartas tres horas
Dios me deja jugar con Leviatán.

Azazel me enjuga el sudor del rostro.

Y Balaam reparte las cartas.


No necesito pedirles favores...

Solo te necesito a tí,
desde siempre.


Pero son ellos los que me acompañan.


J. Robles


El jardin de las delicias. El Bosco.
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Dos abracadabra para Vanesa. (Cartas para ti)

Vives donde la estela del colibrí,
allá por mayo,
ya me susurraron los espejos mágicos.

Vuelas por mi sórdido destino
cada segundo desangrado
si puedo dormir una sola noche
en el vacío con cielo de velas.

¿Quizá fue Errol Flynn?*

¡Abracadabra!

¿Recuerdas?

Ya no espero nada
porque tiré al barro envenenado
la pata de conejo.

Dice el diario
que llueve en Filadelfia,
pero que importancia puede tener
si aquella canción nos atormenta aún.

Hasta donde podré seguirte
por la pasarela de los sonidos blancos
en botellas de plástico
perdiendome bajo una lluvia de tinta verde
y no sale mi sangre helada
cuando me pincho con la espina
de la rosa.

¿Me oyes?

Solo me dejas abrocharme el abrigo
y chapotear los charcos
al arpegio de Hackett*
al cruzar un puente en San Francisco,
en la húmeda y fría noche
de los letargos.

Del tiempo de las misas negras
y los aquelarres.

¿Aún sigues tras la niebla?
O posiblemente en la otra cara del papel.
Puede que también pienses en mi
cuando suena la campana.

"Una pizca de vino y un vaso de cerveza (fría) cariño.
¿Que hora es?" *

Yo si recuerdo...

Fueron. Así fueron
de felices los tiempos que sobrevivían
inundados de caricias
en la flor del amargo.

Otoños de pelo largo
y tienda de campaña,
ocultaban dos limbos revoltosos
y musarañas erguidas.

Eran los días a trescientas horas
de revolcarnos por la hierba húmeda
y fueron los crepúsculos de mordernos el alma
y estrujarnos como naranjas
con furia inmisericorde.

Tus dedos mojados de rocío
pintaban dibujitos en mi frente.
Tu pecho se apretaba en mi pecho
y Batman y Tarzán nos contaban
como es Venecia en primavera,
a las nueve y cinco.*

Como me haces recordar
a la anciana madre gansa*
mientras aspiro el humo-cáncer
del cigarro, que dibuja calaveras y tormentos
en el aire sin oxigeno de este cuarto pálido
enterrado en hielo.

Y ya van por 23* pregonaba sin consuelo
nuestro Phil.

Me enseñas que el cine es para comernos...

y la cinta de casette está gastada
y el viejo piano destila
mil pentagramas de notas tibias
por la ventana abierta

y volamos hasta el nido de la cigüeña
y jugamos al despiste con las luces y las sombras...

y nos besamos hasta morirnos.

Nos alegrábamos si
Helena de Troya hallaba por fin un nuevo rostro.*

y no nos importaba morirnos besándonos.

Pero si! Ay de mi!

Estoy pisando la tumba de aquel tiempo
y sigo escuchando el arpegio de Hackett*,
y sueño un poco mas, dejando que las lágrimas
ahoguen las torpes letras que te escribo.

Ya no son cintas de casette...

Ya no se oye tan mal...

Son otros tiempos, princesa.


Me araña la madrugada en mi cama fría,
y el alba con dolor de alma
vuelve a preguntarme
con sangre en las palabras
porqué nos perdimos esta vida si no tenemos otra.

No consigo encontrar una respuesta a tiempo
antes del suicidio de las tardes locas
en el alfeizar de aquella ventana
donde la yedra y la enredadera
tambien murieron de angustia.

Aunque tus ojos vean naufragos
tu no estás mojada*

¿No te quedarias* princesa?

¡Abracadabra!

¿Lo recuerdas?

Yo si recuerdo...

Solo me permites seguir viendo
día tras día,
en mis sueños congelados
en témpanos de desvelo,
unos ojos de mañana azul
y unas pecas traviesas.

Y noche tras noche...

con luna o sin luna
con lluvia o sin lluvia...

seguir sentado
en el frio filo de la guadaña...

¿Lo inició Errol Flynn?*

y sentirte cerca...

...y llorar mi pena.


*Pasajes del tema "Blood on the Rooftops" de Génesis.


J. Robles



Helena de Troya
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A posteriori

Se ahogan en su propia sangre
todas las leyendas que trataron de esconderte.

De podridas las uvas de la vida
y de tu amor muerto
envenenados, fulminados
los pájaros verdes que caen.

Se cierra el día.
Crónica se hace la oscuridad,
y la noche se desparrama
en destellos rojos de la luna apuñalada,
que se clavan en indefensas almas prisioneras.

Sigues viajando igual que antes
por mi tiempo perdido
y por los laberintos de mi imaginación enferma
desde los cielos posibles de Aldebarán.

Sigo buscando el cruce de caminos
que pueda llevarme a tu estrella.

Sigues amordazando mi yo cansado.

Sigo intentando engañar al desengaño
y sigo durmiendo con esperanzas desveladas,
guardadas en el oscuro cajón de la mesita.

Sigo guardando las trágicas apariencias.


No soy valiente, no soy fuerte
no soy un héroe.

Pero hubiera conquistado Troya,
si tu me lo hubieses pedido.


J. Robles
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¿Y si...? (Cartas para ti)

¿Y si siempre
nos hicieron creer
que el mundo era gris?

¿Y si los desiertos solo existieran
en las mentes de otros?

¿Y si se fueron
los vientos desolados?

¿Y si siguieras vistiendo
mi alma de primavera?

¿Y si siempre estuvo abierta
a tus ojos mi ventana?

¿Y si aún viviera
nuestro campo de amapolas?

¿Y si no pintaron de gris
tu casa?

¿Y si no cortaron el viejo árbol?

¿Y si las nubes de otoño
no lloraran?

¿Y si no se borró el tiempo?

¿Y si nunca se rompieron
los corazones?

¿Y si no envejecimos?

¿Y si nos quedara un reguero
de buenos recuerdos?

¿Y si no pudimos olvidarnos?

¿Y si todo hubiese sido
un mal sueño?

¿Y si pudiéramos aprovechar
el tiempo que nos queda?

¿Y si nos cruzáramos de nuevo
en la vereda del río?

¿Y si volviéramos a fundirnos
en una mirada?

¿Y si...

¿Y si...nos volviésemos a amar?


Poema para sonidos del paraíso: "Kalimba". Inti Illimani.


J. Robles
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Mi mejor amiga, madame Calabaza y sus cosas

1.
Nadie oye los terribles lamentos
del submundo invisible.

Solo Madame Calabaza
los escucha.

Madame Calabaza corretea
insana y anerviosada
de un lado para otro
tapándose sus oídos de calabaza
para no escuchar
los ecos rasgados
de estertores patéticos.

Los llantos secretos
que estrangulan a veces
el corazón
y el sentido común.

Los que nadie osa oír.


La reja que rodea el espíritu
es fuerte de narices
y Madame Calabaza
no puede arrancarla.

La reja que rodea mi mundo...

La reja que me rodea...


Hechizos en la noche del lobo.

Bailotea alcohólica la luna
mas llena o menos vacía
en húmedas soledades,
en su larga estela marina.

Embrujo en los ojos de la sirena.

Siniestros saltimbanquis sin rostro
me amenazan
cada vez que te pienso.



Me gustaría poder llorar...

De como se perdieron tus huellas
en la seca tierra de aquel campo verde,
tapadas sin pudor ni esmero
por el polvo viejo de eriales nuevos.

Y de como te sueño en luz,
por mas que intento
recordarte en blanco,
o en azul
o en rojo
o en arco iris.

Arco iris de todos los caminos
que nos llevaron al río.
Arco iris de todas las miradas
del deseo.

Arcos sin iris de rastros perdidos
que hoy llevan a ninguna parte.

"Bonito" lugar: Ninguna parte.


A estas alturas no quiero conocerme.
No me merezco. No me siento.
Ni tan siquiera quisiera descubrirme.
Y estoy convencido de que me traicioné
al atreverme a nacer.

Simplemente, así son las cosas.


2.
¿Mas tranquila, Madame Calabaza?

Todo pasa...

(Se pierde tu rastro
en la seca tierra de aquel campo verde...)

¿Que piensa, Madame Calabaza?

"A pesar de tanto tiempo
puedo ver unos ojos profundos
a través de los tuyos".

¿Solo eso, Madame Calabaza?

"Lo sé, es imposible olvidar,
y el recuerdo se hace fango,
y el fango se vuelve dolor."

Si, pero...

dígame la verdad, Madame Calabaza.

"¿La verdad? cual de ellas"

Bueno...a ser posible, la única verdad
Madame Calabaza.

"¡Cuantas únicas verdades!"

"Un consejo quizá...
No despiertes nunca.

No pierdas el tren de los sueños.

No te queda mucho más.

Sigue
como niño descubriendo tu propia sombra".

Si, tiene razón Madame Calabaza,
puede que sea lo mejor.

No podría dejar de recordar,
de soñar...

de intentar desnudar el tiempo.

Solo...mi querida Madame Calabaza

que creo que es la sombra...

la que intenta descubrir al niño.




J. Robles
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Licantropía

("Hay niñas azules de todos los tamaños.
Algunas son sabias y otras no tanto.
Ellas tienen pequeños ojos azules.
En una hora un hombre puede cambiar.
En una hora su cara puede parecer extraña..."


Ripples. Génesis)

Se cierran las puertas,
y abiertos los grandes ojos
del centro de lo negro.

Me observan.


La ciudad muerta
en la tenue luz del neón,
y la noche intenta alisar mis arrugas.

Caen furiosas, lluvias de marzo
que empapan de rojo fuerte
los yo, las tristezas
y los pálidos semblantes perpetuos
de todos mis fantasmas.


El gato cómplice se me acerca
con el rabo levantado
y se acaricia en mi pierna
sin pedir autorización.

Simplemente dice "miau".

No alcanzo a entenderle,
pero está claro
que la soledad no es mi monopolio.


Al cruzar la calle,
las sombras me miran fijamente
con cara de pocos amigos,
y las papeleras no me responden
cuando amablemente las saludo.

"Farmacia 24 horas"
"Gasóleo a 1.23 Euros"
"Supermarket"
"Pizzería italiana"

El borrachito apoyado en una esquina
me dice que no lo entiende
y continua vomitando.

¡Je!
¿Acaso yo si?

Últimamente entiendo demasiadas pocas cosas.

No estoy seguro de que los licántropos vivan de noche.

No encontré ninguno.

Decepcionado, me vuelvo a casa,
voy a cenar.

Me está esperando un delicioso diccionario
de francés a la plancha.
("Dictionnaire grillé" que dirían en Pavillon Ledoyen,

...supongo).

Después escribiré,
si es que llega a inspirarme
la telaraña de la esquina de la habitación.
O dejaré que algo que ya escribí
me haga daño.

¡Je!
Diría que me estoy volviendo
masoquista.

Que remedio...

Quedan tan lejos las estrellas...


Por cierto,
me he llevado al gatito a casa.

Nada mas llegar, ha bebido agua,
y después se ha sentado tranquilamente
en mi sillón.
Está escribiendo algo...

creo que son sus memorias.

Me quedo un rato mirándole,
y tengo la sensación
de que las estrellas están un poco mas cerca.


Esta noche soñaré con niñas azules...
o con el gato...
o con la pizzería italiana...
o con el borrachito...
o con los licántropos...

o con todos mis fantasmas.

Igual ni siquiera sueño...

que para eso hoy es domingo.

Quiero recordar que hoy tengo que plantar un globo.

No creo que eso me haga mas feliz.

Pero al menos me olvidaré por un tiempo
de que en este mundo,
las papeleras nunca saludan,
y que los licántropos viven de día,
aunque quieran convencerme de lo contrario.

Soy yo el que vive en una noche infinita
viendo caer impertérrito las furiosas lluvias rojas de marzo.

A pesar de todo...

sigue sin gustarme
como me miran las sombras.

Me duermo pensando...

¿Habrá sombras en las estrellas?


J. Robles
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La pregunta

1.
Crecen
las ruinas de los adioses
desde inacabables sueños alquilados,
y desde las profundas cavernas
de los besos de los Judas.
Atraviesan mundos oblicuos
y penetran en heridas gigantes
que como ríos, sangran en los amaneceres.

Quiero recordar que me hice la pregunta
hace mucho tiempo
pero nunca encontré la respuesta...

No puedo descubrir los significados
de todos los vestigios
porque los libros sabios duermen
en su sagrado camposanto.

Aunque muerto, sigo vivo.
A expensas de la venganza de la memoria.
Apestosa inquisidora,
nubladora de días y de vidas.

Sigo encerrado en el eterno caleidoscopio amorfo
donde reina el eunuco que asesinó al rey
de las mentes cuerdas, que yacen abandonadas
en finos hilos de luz oscura e infinita.

El homúnculo que vende misterios por el ventanuco
no llega. Es demasiado pequeño.
Pero se niegan a darle un taburete
por pura venganza. Creo que tiene alguna deuda pendiente.
Y yo tengo que hacer un exagerado esfuerzo mental
para explicarme a mi mismo que es lo que quiero.

Para intentar recordar la pregunta,
y hacérsela entender.

En un susurro me confiesa al oído
que él es el rey asesinado,
pero me pide que le guarde el secreto.

La verdad, no me sorprende.
Cosas peores se han visto.

Quiero lanzarme a cortar la garganta de mi enemigo
y caigo en la cuenta de que ya no tengo ninguno.
A no ser yo mismo.
Hace mucho tiempo que los encerré a todos
en mi minúscula cajita de música
y los torturo a diario obligándoles a escuchar
en todo momento Para Elisa.

Por ahora...
El miedo al miedo, se alimenta de todas las causas perdidas.

La hojarasca esconde escombreras de vidas vacías.

El tiempo pesa.

2.
Pasos silenciosos y ancianos
doblan indecisos la esquina de una estrecha acera
y en la cutre taberna
su canoso dueño mira sin ver
la transparencia nítida del licor dulce.

Sienes plateadas,
arrugas arrugadas,
lágrima furtiva.

Cuánto tiempo...

Cuántas palabras sin escuchar.

Cuántas quedaron sin decir.

Cuántas respuestas posibles...

para una sola pregunta.

El canoso dueño de los pasos silenciosos
revuelve cajones de mohosas historias sin terminar,
recuerdos incoloros de pasados muertos en el abandono,
viejos fotogramas arañados de una película
que nadie rodó.
Y revive una a una todas las respuestas...

pero ya no recuerda cual era la pregunta.

("Y las cabezas están rodando
porque el conquistador está de camino
y el día de la justicia está llegando
pues el conquistador está de camino."

The conqueror. Génesis)


Resuena en el éter Para Elisa, de la cajita de música...

Está bueno el licor dulce,
mientras el cuerpo aguante.

Páramo perdido inunda la pupila.

...Ya no recuerda cual era la pregunta.

Y yo tampoco.


J. Robles
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Quien como tu pudiera... (Dedicado al bonito poema de Carmen "Solo aspiro a...")

Quien como tu pudiera...

de intranquila pluma, compañera,
tirar por la borda lejanos recuerdos
que a algunos, atar nos atan
a profundos infiernos.

Quien como tu pudiera
compañera de versos alados
vivir en el vivir.

Aspirar sencillamente
a "estar".

Sentir sin exceso,
dormir en colchón de nube,
limpia el alma,
sin volver la vista atrás.

Sin morir a mordiscos
de pasados ni de ayeres,
persiguiendo los apegos,
sintiéndose vivo,
sin desear por jamás

volar.


Quien como tu pudiera
querida compañera
sentir la delicada y fría brisa
de satinadas noches.

Quien como tu pudiera
sentir que no hay
hierro en las entrañas...

que ha desaparecido
del espíritu la maraña...

mirar a la luna...

y saber que no te engaña.


Quien como tu pudiera
poeta de aires nuevos,
apartar objetos inservibles.

Todos esos, que herrumbrosos
y harapientos,
absurdos y obsoletos...

nunca enseñaron a amar.


Quien pudiera compañera,
pintora de versos sabios
olvidar el recuerdo amargo

mirar a la luna blanca

y saber que no me engaña.

Saber que hoy por fin,
pasados los pasados...

para bien o para mal...

soy el único dueño...

de mi libertad.


J. Robles
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Hierbas negras. Memoria. (Poema para un tema musical. "Himno coya". Lito Vitale)

Tristes y secas las olas de mares bravíos,
desoladas,
perdidas por los Campos de Marte.

Solitarios y grises los jilgueros
de la apoplejía.

tiempos estériles, vanos,
encerrados en cajita azul
de zapatos de niño.

Estereotipos indecisos
que juguetean impávidos
con rachas de buenaventuranza.

Vacías las huecas cloacas
de los cien sentidos donde resuenan
valerosos silencios apocalípticos
y fugaces.
Acabando con los días presentes.

Arden en fuego abrasador
las verdes hierbas
que serán por siempre negras.

Se defiende la mediocridad
a medio camino
entre mezcalina y salamandra.

A propósito de cuando
éramos nobles
y aprendimos de la ruindad...


(Y tu)

Viajas a lomos del Grifo
y recorres los rayos de luz negra.

Penetras mi vida y mi cuerpo
sin consciencia de lo que pueda sentir.

Te abrazo en todas las vidas
y rasgas mis camisas.

Te cuelas en mis edades
y te sueñas en mi almohada.

Naces cada segundo
de la barriga del Himno coya.

No puedes acabarte nunca.

No puedes terminarte.

No puedes dejar de nacer.

No lo permitiré.

En ello empeño
el corazón y la humildad.

En ello sufro y me revuelvo.

Te sigo buscando,

Memoria.

Vereda. Río.
Campo de amapolas.
Viejo árbol.
Calle con charcos.
Pelo rojo.

Beso...

Sonrisa...


Te seguiré pintando.

Te seguiré escribiendo.

Memoria.

Te seguiré mirando.


Aún sin ojos.



J. Robles
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Sin billete de vuelta

En secos latidos revivo
la vigilia de nuestra adolescencia
colgada en ganchos de sucios museos de ayeres.

Donde se hospeda el pertinaz
lenguaje de lo escrito
con la fusta de ruines vidas desechadas.
Clavadas en estacas con ojos rotos
a merced de los vientos negros
del alma quebrantada.

Desaparecieron todos los tiempos
en el tirante de tu blusa blanca.

Naufragó un universo completo
de todas las promesas
que dejamos escritas en un papelito
escondido entre las piedras.

Hace ya tanto...

Creo que fue en los entonces...


Del hoy al ayer
viajo, dejándome llevar
a los muchos espacios
en los que aún me brillas.

Neptuno se siente perdido
en la aspereza del océano
que quedó vacío
desde la última vez que nos besamos.

Rabian enfurecidos los huracanes
en la raíz podrida de la mala simiente.

Y en el fruto del presente sin aliento
se conjuran todas las mezquindades
en retazos de olvido
y en retales de recuerdo.


Sin ti...

Abro por penúltima vez
la caja de los porqués sin respuesta
donde guardé tu sonrisa
y escondí mi vida.


¿Que fue de nosotros...?

buena pregunta...

Neptuno...

se sienta a mi lado a veces
Y me anima a que siga encontrándote.

Me aconseja que siga viajando
por mis soledades.

Rondando por tus cielos.

¿Tu?

Te balanceas eternamente
en el árbol grande
donde se perdió la inocencia.
Te bañas por siempre, desnuda, en la fuente
en la que nos hicimos pasado,
y revoloteas por la lánguida melodía
del viejo piano
que nunca dejó de sonar en mí.

¿Yo?

Simplemente garabateo.

Cuando viajo sin billete de vuelta
por tu mirada y por tus noches.


Déjame viajar sin billete de vuelta
por tus sueños.

Deja que sean un poco míos...

Déjame vivir en ellos...

Deja...
que pueda seguir existiendo.


J. Robles
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Telones de sube y baja. (El paso de la paloma). (Dedicado al precioso poema "El telón sigue levantado" de Encrucijada)

Paloma oscura
a contraluz del cielo.
Claro de luna
negra cara.
No pude comprar mis sueños.
Y te siento miedo.

En bellas tumbas dormido
escribo poemas locos
a leyendas sin memoria.
Imaginar pudiera, rojos cielos
mirando estrellas blancas,
como vestido de novia.

Óleo en verso quisiera ávido,
el aprendiz de poeta pintar.
Al perdido rayo de luz.
De aquella mañana gris
en que se pudrieron las rosas.
Que no volverá jamás.

Silenciado corazón,
¡mudo que no dormido!
en un nublado día de invierno
malpagados desamores
te dejaron sin voz,
mas no sin latido.

Oscura paloma,
dibujada en azul perdido.
Con la cabeza gacha

deja

que me acurruque en tu nido.

Canto mis penas
como si de pecados
tratara.
Pero no me mires mal
palomita mía.
Quiero cruzarte
limpia la mirada.

Ayúdame paloma.
¡Desvístete de sombras agrias!
Ofrece un alegre hola
a la luz de los soles,
y empújame a gritar

a mi triste huida...

¡basta!

Dulce palomita blanca,
permite que adiós te diga,
y despedir me dejes
tu paso teatral
con sonoro colofón:

¡Maestro!
¡Suenen los timbales!

¡Tramoyistas!
¡enciendan luces
y que baje el telón!

¡Distinguido publico.

Sonrían o lloren!

Grácias por su atención!

Buenas noches tengan.

Hoy por hoy,

acabó la función.
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Canción

A sabiendas de que tenías que existir.
No sé cuántos caminos recorrí
ni cuantas veredas caminé
cuántos ríos crucé
cuántas playas pisé.
Ni cuántas montañas subí.

¡Como loco te busqué!

Y como el soldado destrozado en la batalla
volví.

Sin vida, sin aliento, sin esperanza.

Y ya dado por vencido...
¡sin buscarte, te encontré!

¡En el único lugar que no había mirado!

Allí estabas tú.
Con tus ojos claros
la luz de tu sonrisa
y la droga de tu mirada.

Allí estabas tú.
Enredada en las notas tristes
entre las cuerdas...

de mi vieja guitarra.

J. Robles
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Delirium

Tallado tu nombre en sombras.

Se fueron a pasear los pececillos de colores
por la estruendosa fuga de vida
en pináculos de llamas blancas.

Recorren los alcázares; abencerrajes
los hijos del talabartero.

Siento los domingos de lluvia caerse
y solo acierto a acariciar
libélulas de plata.
Si llegamos a un viernes sin puñales,
sobre tejados ensangrentados
ladrarán los gatopardos.

Y tu, y yo...

seguiremos buscando mundos
donde el Yermo habita.

Y puedes encontrarlos, amontonados
en mi lóbulo frontal,
repleto de jaulas nómadas
y fontines de ácido áureo.

Las voces de las gorgonas me dicen:
"Vuelve la espalda al mañana
y mira al cielo con las lentes-prisma
que bien supimos venderte".

Y bajando majestuoso la escalera lisa
de las infamias
desde un firmamento a cuadros
de carne maloliente,
puedo ver al hombre cojo del bombin.

Desde la puerta de la ciudad de miga de pan
vuelvo a escuchar el eco en ruinas
de la insoportable propaganda antitodo.

Tergiversando escritos viejos con furia.

Y no acierto a contar mi propia historia
de mazmorras y monasterios tenebrosos
del filo de otro mundo.

Las golondrinas duermen desnudas.

Creo que siento el roce de tus labios
de muñeca.
Pero no me hago ilusiones.

Temblores en pegatinas de besos
y mis ojos cerrados
no oyen el silencio oscuro.

Pasean por Lindaraja, altaneros, los abencerrajes,
hijos del talabartero.

Avanzan hacia nosotros
las estrellas en caída libre,
vienen raudos los tiempos de tiranía.

Pecados del Hombre.

Y el Olvido ataca sin compasión.

Sin pausa, pero sin prisa.

Bienaventurados los limpios de hechos
y limpios de mente los imbéciles.

Quiero volver al limbo.
Quiero volver al paraíso terrenal
del azúcar blanco
y buñuelos de calabaza.

Al reino de los helados de crema y nuez.


Mi hombre cojo del bombin
cree que me persigue por mi lucidez,
pero es técnicamente imposible
porque yo nunca me atreví a soñarlo...

¡jeje!
¡Que bueno!
Estoy convencido de que le engaño...
¡Pero es él, el que me deja engañarme!
jeje...

y semiagrio...saboreo
las delicias de un vicioso circulo
de regaliz y menta.

De horrores y difuntas visiones.

Tallado tu nombre en sombras.

Mientras Mr. Bombin, el cojo,
decide encender las velas
sabedor de la existencia de vidrieras
de despojos,
los escorbutos desorientados
recortan cárceles en oasis de crisantemos...

Siguen por Arrayanes los hijos del talabartero.
Abencerrajes de gloria mora...


Comienza a apagarme el sinsentido...

Empiezo a ser el otro...
No me pagan para esto...
¡jejeje!

Suave caricia tus labios...
roce en mi cara pálida.

¡Los huesos escapados de las tumbas
quieren impedir que me beses
y yo les ruego que te dejen...!
pero no me escuchan...

Y las pupilas del tiempo se dilatan...

Y el sudor a chorros, cae por la frente fría...

Y el temblor invade...

La visión se pierde en multitudes eróticas...

...de arco iris de líneas rectas...

Esculpido en luz tu nombre...

...suave roce de tus labios...el hombre cojo del bombin...esculpido en luz...los hijos del talabartero...

Tus labios...tus labios...

Cortejo de lágrimas sin salvoconducto.

Procesiones de risas sardónicas.

¡Quiero volver al sagrado vientre de mi madre!

...Discúlpame...estoy cansado...tus labios...cansado...y tengo mucho sueño.
...el hombre cojo...bombin...

¡Me atacan con cuchillos las bombillas de la lámpara!

¡¿Es que no lo ves hijo de puta?!

...¡bombin!...

...¡el bombin!...

...dios mio...

...dios mio...



Anda, toma la pastilla y descansa un poco, amigo,

descansa.

Y mañana será otro día.

Es la hora del Risperidone*.




*Medicamento para la esquizofrenia.

A mi amigo Alfredo, en quien está inspirado
este poema, que ya empieza a ver la luz.


J. Robles
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Viejo piano

Tanto tiempo que llevaba dormido
y esta tarde ha decidido despertar.

Quizá fue nuestro silencio
que lo desveló.

Sin espera ni dilación
nacen raudos los acordes
desde el fondo del viejo piano.
Impetuosos y decididos.
Con la vehemencia
de las cosas que están ahí desde siempre
y para siempre.

Dominándonos al instante.
Invadiéndonos.
¡Removiéndonos el alma!
Nublándonos los sentidos.
¡Poseyéndonos...sin tregua ni compromiso.

Triste, como es su costumbre,
un poco traicionero,
como queriendo atraparnos por sorpresa
y enrejarnos eternamente tras sus teclas.

De sus cuerdas brota a chorros aquel viejo tema
que tantas veces tú tocaste para mí.

Nos lo quiere regalar hoy...este piano agradecido.

Momento sin tiempo
apenas un instante.
Olvido del mundo... de la fanfarria...del clamor.

¡Notas que parlotean en mi cabeza como diablos!
¡¡Sonidos que me golpean como martillos!!
melodía...que nos hace temblar por dentro
¡¡Ritmo furioso como la ira del tirano!!
y a la vez suave...como del cisne, su plumaje.

Porque tu estas conmigo
y él lo sabe.

Lo sabe bien
porque nos ve y nos oye.
Nos lee por dentro
mira si nos miramos
siente lo que sentimos
¡ríe si reímos!
¡¡y llora con nosotros si lloramos!!

Este piano agradecido
que quiere acariciarnos,
y nos brinda lo que guarda con tanto celo
bien escondido
entre las fibras de sus viejas tablas.

¡Los compases mas profundos!
!los mas bonitos¡
!!los mas tortuosos los mas extraños¡¡

los mas tristes
los mas bucólicos

...los que apenas son un lamento...

los compases mas dulces
que jamás podremos escuchar.

Abrázame niña pecosa
¡baila conmigo ahora!
debemos agradecérselo.
No perdamos este momento loco.

¡Abrázame mi niña pecosa!
¡Agárrate fuerte a mi!
¡Tan fuerte que me hagas daño!
pega tu cara a mi pecho
¡que yo te sienta!

Bailemos como nunca
nuestra canción.

Y dejemos que el viejo piano
triste y agradecido...
nos arroje sus notas eternas...
y nos dé su consuelo...

y nos arrulle.


a la pecosilla mas dulce
que se cruzó en mi camino

J. Robles
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Idolatrías. (los labios pintados del absurdo)

Decirte lo que no quiero
o contar lo que tu deseas,
que yo diga para por ti
y no por mí, entumecidas
palabras en un cristal roto
y poder satisfacer
a tanto afán
de tantos huesos vanos
indiscriminados y lerdos.

Amantes sin escrúpulos
de mariposas amarillas
de un tal
Mauricio Babilonia*.

Comentarte los entresijos de
brillos en espejismos.
Intríngulis manifiestos
de millones de espejos
hermanos, o primos,
cuando menos.
La mayoría de ellos rotos
y vueltos a pegar
con místicos relatos de amor
o con superglú del todo cien
de la acera de enfrente.

Contarte que conté los platos
del platero de la cocina
de un dios pagano, bien vestido,
habitante asiduo del tubo 6
de Ammonia Avenue.
Y que al octavo día de la semana
siempre vuela por el Barbershop
de Penny Lane Street...

Enredado en sus batallas perdidas.
(Recontando, alegre y saltarín
sus montones de risueños muertecitos)

...y faltaba uno, que no volví
a encontrar en ninguna parte.
Quizá fue ferozmente tirado a la basura
o irremediablemente escapó,
(huyendo de si mismo)
o de los atroces mordiscos del gato-perro,
por debajo de la puerta,
y fue a tomar café, escondiéndose
de mi presencia.

Hablarte por fin, de algo con sentido
(como si me fuera posible)
y explicarme en vago idioma.
No te fijes en la letra escrita.

Viváceos batiburrillos con máscara
diabólica de algún carnaval veneciano.

Recomendarte, querid@ compañer@
de viaje, que fijes tu atención
en el blanco del papel.

Lo estudies, lo pienses o no, un rato,
y saques mis propias conclusiones.

Laberinto amorfo de cuentos sin hadas
para perderse en el rabillo de la Q.
Y encontrar la paz
(aunque no esté permitido)
En el . final.

Pido perdón
al dios pagano de la letra.
Algún día de interminables
horas curvas
le rezaré un soneto esdrújulo,
en una preciosa tarde
de candelabro y requiem.

Ni pagándome con oro
me confieso.

Porque no sé.



* Cien años de soledad.

Imagen: Portada del disco Ammonia Avenue de The Alan Parsons Project.
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Entre el frío y el estío

Blanco de la mañana
hechizo de luz sin tregua.
Carnavales de florecillas
tapizando alegres mi tierra.

Rojo de amaneceres vivo
paleta de óleos, mis vegas.
Terciopelo en los trigales,
de tu viento soy la vela.

Añil de ocasos limpios
bálsamo de mi alma serena.
Sinfonía de trinos del gorrión
Entra. Te dejo mi ventana abierta.

Rosa te viste la tarde
olor me traes a canela.
Corretean los niños en los parques
y cascurrean contentas las abuelas.

Verde de mi esperanza
sortilegio de luna nueva.
Veleta de mis sentidos
mil elogios, de mil poetas.

Malva en azafranes
de arrullo de amores plena.
En poemas de enamoradas princesas,
escucho alabar tus dones
que hasta mi pluma llegan.

Negro claro, de clara noche
noche abierta a la luna llena.
Aromas a flor de naranjo
a jazmines y a galanes.

Recital de flores. Madrugada eterna.


Tantas coplas te cantaron
que temo que no me oigas.
Tantos versos te ensalzaron
que sufro porque no me leas.

De todos modos,
como me dicta el zurdo* te hablo.

Como te siento, te he escrito.

Y a los cuatro vientos grito:

¡Hola Primavera!



*(Zurdo: corazón)

J. Robles
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15comentarios 129 lecturas versolibre karma: 107

Tiempo, olvido y un servidor

Ah...el tiempo, el tiempo
¡poderoso enemigo!
el señor don tiempo...
Siempre elástico y sin conciencia
absorbiendo historias
trocando pasados por presentes.

Contestando a veces
algunas preguntas
y preguntando machacón
por respuestas que no existen.

Rajando interiores
como navaja afilada.
Desfaciendo entuertos
y entuertando líos.

Tratando siempre
con malas artes
de promover
a su triste socio.
Señor olvido.

Incluso a veces
levantando muertos.
Y minuto a minuto
enterrando vivos.

Desvaneciendo leyendas.
Olvidando amores.
Olvidando momentos.
Recordando olvidos.

Inmenso océano
tragicómico.
El puto tiempo
y su querido amigo.

Esta noche de borrachera
no le haré preguntas
ni respuesta le daré.

Esta noche oscura
como buenos compañeros,
o como si lo fuéramos,
beberemos hasta caernos redondos
en una absurda esquina.

Beberemos juntos, los tres.
Tiempo, Olvido y yo.

Eso sí.
Antes pagaré la cuenta.



Refranillo popular: "Si bebes para olvidar
paga antes de empezar."

J. Robles
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18comentarios 204 lecturas versolibre karma: 102

MI DOLOR. (Carta para ti).

Duele.

Duele
lo que me rodea.
Duele
el exterior.
Duelen
los gritos ininteligibles de horrendos seres
desperdigados por voluminosas burbujas...,
ancladas en esquinas
donde sufridas meretrices se ganan el sustento.
...llenas de cualquier cosa
que no pueda definirse como vida.

Duele.
El interior.
Dentro de mi propio inframundo
abarrotado de torrenciales tormentas de infundios.
Demoníacas heladas de sinsabores.
Viciosos huracanes de torturadas virtudes.
Interminables desiertos de despecho.

Descomunales incendios de añoranza.

Todos y cada uno, reacios a dejar salir
o a compartir lo poco que me queda de:
espiritualidad,
sensibilidad,
amistad.
De comprensión.
De algo que pueda parecerse
a eso que llaman amor.

Duele.
El cuerpo. La carne.
Duele físico.
Pero aún duele mas lo imperceptible,
la no sustancia ni forma.
Duele.
El entramado de espacio - tiempo
en el que parece ser
me columpio.
Duelen los espacios entre átomos.
Duele la razón. O la sinrazón.
Duelen fuerte los intangibles pasados.

Los pasados.
Algunos mas que otros.

Duelen.
Y tengo que seguir subiendo a duras penas
a los everest diarios e inconcretos.
Sin traje para el frío.
Sin botella de oxígeno.
Y bajar todas las noches
al menos en mi imaginación,
a la apacible ribera de florecillas de colorines
y verde musgo
de mi (nuestro) querido y secreto río.
A desinfectar un poco los interiores.
A revivir los buenos momentos.
A llorar y a reir,
donde nadie pueda verme.

Duele la memoria.
Duele el recuerdo.

Me dueles.

Y tengo que abrir de vez en cuando un paréntesis
de arpegios limpios y satinados,
de sostenidos profundos y misteriosos.
Y hacerme el muerto en ellos,
de vez en cuando.
Para olvidar el dolor por unos momentos.
Hasta que la alimaña que me persigue
se aleje por un cierto tiempo.
Para poder seguir rindiendo pleitesía
a esta vulgar existencia.

("Necesito a alguien en quien creer, alguien en quien confiar.
Necesito a alguien en quien creer, alguien en quien confiar."

The Chamber of 32 Doors. Génesis)

Y solo te tengo a tí.
A quien poder rendirme.
A quien confesar mis pecados.
A quien poder abrazar en mis sueños.

Y solo me quedas tu.
Quien me haga sentir un abrazo.
Quien me dé un poco de consuelo.
Quien me ayude a subir mis everets.
Quien me proteja de las alimañas.
Quien me anime a dejar de ver las
amenazantes burbujas de las esquinas.

En quien poder creer y poder confiar.

Duele.
Despues de todo este tiempo
me sigues doliendo tanto...

Solo te tengo a tí.
En mi memoria.

Siempre seguirá doliendo.

Me seguirás doliendo.
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De que hablamos

Según los expertos
en el juego del amor
existen tantos amores...

amores amorosos
amores verdaderos
amores leves, sin amor
los de solo un rato
amores de coplilla
de pacotilla
los exclusivos de sexo
falsos amores
los de mentira, los de juguete
los pasionales
amores de quita y pon.

Amores a través del tiempo
y lejanos, en la lejanía
los que cruzan mares
y fronteras
amores en estado puro
y algunos de puro saldo.
Los menos,
enredados en una canción.

Amores a la italiana
otros demasiado clásicos
amores que dicen
que matan
amores hasta la muerte
Incluso
post mortem
amores del otro barrio.

Luego está el que yo siento.

Según los expertos
sin clasificación.

PD.
Si quieres saber más
pecosilla mía
ven conmigo
y lo discutimos.

Tranquilamente.
Sin prisas.

Tú ya sabes como.

Estoy dispuesto
a pasarme la vida entera
dándote
una explicación.
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14comentarios 291 lecturas versolibre karma: 111

Seis lunas

Caliente caliente
como agua de la fuente.

Poemas, estrofas, letras.

Versos contracorriente.

Tres de Pi
cinco de cuatro.

Ojos de fuego.
Beso amargo.

Seis lunas
miran al gato.

Se cubre la mañana
de vida de rana.

Abiertas las noches
en los galanes

dormida mi rima
en tu almohada.

Ocaso y alba.
Rejas al campo.

Rosa tronchada.
Mudo el piano.

Tres de Pi
cinco de cuatro.

Seis niñas
mira el gato.

Ojos mojados.
Y mi mar vacío.

Se quebró la mirada.
Cansado el hastío.

Manantial de sueños soñados.

Coplilla para un funeral.

Frío frío,

como agua del río.
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SN4 (no es una fórmula)

Poder, pudiendo.
Saltando, saltiendo.
(jeje)
Brincando en el barro.
¡Brinquiendo!
¡Salpicando!
¡Salpiquiendo!
Como tantos ¿locos?
Escupiando.
¡Escupiendo!

Maldiciendo el barro,
el olvido, o el recuerdo.
¡Que sé yo!
Cogiendo el bus
o encogiendo,
y no bajándome nunca.
¡O bajiéndo!

Vueltas. Mas vueltas.
Y vueltas.
A absurda velocidad
como de estar parados.
¡Corriando! ¡corriendo!
Viéndola pasar
¡O viviando! ¡o viviendo!
¡rápido, rápido, rápido, mas rápido!
¡vite, vite, vite!
¡la vida, la vida, la vida!
la vida
las otras vidas
¿Las otras? ¿La mía?
¿La veo?
Apenas veo nada.
Vida ciega, de enceguecida.
Comprometida,
con la pura existencia
inconsistente
pero inconsciente
sin consistencia, sin consciencia
solo maquiavélicamente viviente.
¿De que demonios?
Iré a casa si consigo bajar del bus.
¿hablas?
A pillar un borracherón del copón.
Si, lo juro.
Entraré un ratito en la otra existencia.
La existiente.
La mas noble y pura.
La existencia agradecida.
¡Existiando! ¡Existiendo!
Me nublan los recuerdos desde hace rato,
si es que algo recuerdo.
No consigo recordar lo que quiero.
¿O es que no existe?
Probablemente todo es falso.
¿Porqué no me avisasteis antes?
Y recuerdo solo al pedo.
¿Vosotros que ya pasasteis la prueba?
¡los que aprobasteis con nota!
No lo sé.
¿Aun sigo en el bus?
No lo sé.
Quizá porque no quisisteis conocerme.
O porque os lo prohibieron tajantemente
manifiestos escrúpulos.
Pero ¡va! no pasa nada.
Voy a beber un rato. ¡pero a beber! ¿eh?
¡Bebiando! ¡Bebiendo!
¡Emborrachando! ¡Emborrachendo!
A enamorarme de la mujer china
que caza águilas al vuelo.
¡Ella si que me entiende!
pero no me mira jamás a los ojos.
¿Es que no tendré?
¿O es a ella a quien le faltan?
quizá es porque no me ve
que me dice que me entiande.
O que me entiende.
Hoy no cazó ningún águila.
Ninguna.
Me dice que solo está existiando
o existiendo.

Cazando. Caziendo
viviando. Viviendo
¡joder!
¡Sintiando punto SINTIENDO!
Ella si me entiende.
Por eso la amo tanto. O tiento.
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De como plantar un globo y no llorar en el intento. (Poesía para la mera subsistencia)

Se desangra la letra
en impertinentes laberintos
de estéticas burdas,
o certeras.
En autovías de pensamiento sin quitamiedos.
En expositores de sensibilidad en trágico desborde.
En las mas que absurdas buhardillas
llenas de objetos y palabras viejas,
y en oscuros sótanos con cadáver escondido,
con miles de cajas de cartón cubiertas de polvo,
llenas de inválidas ideas,
que me impregnaron.
Y de las que no consigo desentenderme
ni un solo momento.
Ni tampoco deseo dejar de soñarlas. Boquiabierto.
Se desangra la letra.

Sobre la mesa, las manos rígidas,
como de hormigón,
mientras viajo la noche interminable
en este maldito tren de ilusiones sin ilusión
y fantasías pueriles, como de baratillo,
sin ninguna estación en la que parar
o a la que asirme.
Sin un conductor que lo controle.
Sin servicios de emergencia que puedan ayudarme
cuando inevitablemente
los raíles se crucen y mi tren salte por los aires,
hecho añicos, conmigo dentro.

No debiera darse el caso aún.
Aún,
no escribí un libro
ni monté en globo
ni planté un árbol.

(De veras, estar muerta querría.
Ella me dejaba y entre muchos sollozos
así me decía:
¡Ay, qué penas terribles pasamos,
ay, Safo, qué a mi pesar te abandono!

Safo de Mitilene).

Pero tengo en casa a mi fiel compañera.
Una macetilla pequeña encima de un mueble.
Es preciosa,
y buena gente.
Si yo no me meto con ella, ella me respeta
y me deja vivir tranquilo mi vida.
Lo sabe todo de mí, pero alardea de prudencia.
No le cuenta jamás a nadie
que miles de prostitutas desnudas acuden
cada noche a mi córtex cerebral
y ella las recibe con los brazos abiertos.
Son simpatiquísimas.
A cambio, yo la riego con cariño
todas las mañanas.
Incluso a veces me tutea.
Es una parte importante de mi vida,
y buena consejera.
Hoy, por ejemplo, me ha aconsejado
que no me baje de mi tren, aunque duela,
que me apriete los machos y encierre los putos pasados,
y a ser posible los hediondos presentes,
en el tarro de la sal.
Que escriba un árbol,
que monte en un libro,
y el domingo
que plante un globo.
Sabios consejos para otro amanecer absurdo.
Pienso hacerle caso.
El domingo tampoco tengo nada mejor que hacer.
Plantaré un globo.
Quizá me reconcilie conmigo mismo.
O quizá no.

Quizá llame a gritos a la buena Safo,
para que desde su tiempo,
me lance un salvavidas
o algún bonito y agradable poema,
que me ayude de una puta vez
sin tener que olvidar demasiado,
a sobrevivir, en el mío.
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Reincidencia

Mientras dormito
escucho los sonidos
y no puedo dejar de ver
y oír
tanto cuerpo destrozado
por bombas, balas y metralla
con sus correspondientes gritos
y aullidos.
Y estoy sentado en un hot dogs
cerca del mar
en una playa de un desasosegado
pueblecito pervertido.
Sentido amordazado por tres asesinas
palabras:
No te quiero.

La mujer china
atiende la terraza de al lado
y levanta la vista con la baba caída
para ver pasar miles de águilas imperiales
volando por el centro.

Y tiro el porro que me fumo.
Noto que me está sentando mal.
Me parece.

Cualquier día desconecto
el puto ratón del ordenador
que impunemente se me abalanza
a veces
y me muerde en los ojos.

NECESITO DESCUBRIR quien eres
realmente.
O más exactamente QUE FUISTE.

Misterio escabroso pero sarcástico
del que tu te ríes amenazante
desde el dibujo de marca de cerveza
serigrafiado en la mesa.
Y me voy del lugar.
Sigue siendo inhóspito e inhabitable
para seres muertos como yo.
A las tres en punto del reloj doblado
subo los escalones (16)
que bajan a mi submundo
y me pierdo en centelleantes oleajes
de fuegos fatuos
de no sé que animal muerto
o vivo.

Me visto para el combate de esta noche
armado con granadas y ametralladoras.
Preparado para salir al cuadrilátero.
¿Podrías dedicarme un solo segundo
de recuerdo?
Miraré un rato el desfile de Cancerberos
ante mi ventana, que me saludan cortésmente.

Abro el frigo y tomo un poco de leche fría
hirviente y azulada
y me tumbo en la cama boca arriba
y quedo inmóvil, observando el suelo
translúcido de mi cuarto.

Como todas las acostadas desde mas de mil años
me duermo, o eso creo, con la vista infiltrada
en el inmenso agujero negro, como cabeza de alfiler.
Una galaxia cercana se ha desplazado
un trillón de años luz. Desde ayer.
¿Se habrán fijado los astrónomos en el detalle?

Empiezo a soñar.
Y sueño que quizá, después de todo
hasta puede que sea una persona normal.
Un ser vivo o irracional engendro.
Siento un tremendo escalofrío. Es ya hora
de despertarse antes de que en verdad
me duerma.

Y es el amanecer del mismo día.
¡Venga chico! me grita
¡Sin miedo!
¡ahí, esos valientes!
¡conquistadores de reinos con princesas desvalidas!
Vamos a vivirlo otra vez.
La vivída anterior del mismo día no quedó perfecta.
¡Ánimo, que solo son 24 horas!
Todo, y más aún, me grita la mujer china
de al lado del hot dogs
empeñada en cazar las águilas al vuelo
con sus finos palitos de comer.

Si, ahora, pasado tanto tiempo
necesito descubrir quien fuiste
o que fuiste, si acaso fuiste alguna vez.
O fui yo el que obstinadamente quise que fueras.
O te deje ser, simplemente.
Tal vez fui yo, el que no fui, porque
como tantas veces, no supe, porque poder
creo que si pude.
Tal vez. Y aún tengo la duda.
Para siempre.

Ahora que lo pienso, no sé como demonios
entró en mi apartamento
la mujer china.
Ni una mierda me importa.
Total, tomaremos café juntos.
Quizá me deje contarle mi vida.
O quizá se atreva a contarme ella la suya.
En duelo a muerte de esquizofrenias
compartidas.
Esquizofrenias reincidentes.
Al fin y al cabo, solo son
las mismas 24 horas.
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12comentarios 250 lecturas versolibre karma: 88

Un minuto prestado. (Poema para una canción. "Los delirios del mariscal" Lito Vitale)

La vista dormida
en otros sueños.

Fragancia tibia
de cincuenta grados
de mezcal scorpion
sobre el tapete sucio
como entrañas de asesino.

Amargo placer solitario
angustioso y masoquista
de recuerdos corruptos.

El pelo rojo
tus pecas
tu sonrisa
la amiga oscuridad del zaguán

Salomónicas columnitas de humo gris
ascienden y vibran, nerviosas creo
aguantando el ritmo
tortuoso de Lito.
Revueltas con asquerosos vapores
mas bien invisibles nubarrones
de puro alcohol.

las caricias
los besos
las miradas
tus pechos de miel.

Pan pin pon pun
tarareo
con sopor borracho
de tantos años, o quizá
cansancio
de toda una vida.
No vengas tarde esta noche
Estoy esperándote.
En mi velada oscura y triste
solo existe esta melodía.
Que más puede haber.

Como un escalofrío.
Puntual como la muerte
llegas, igual que siempre
todas las madrugadas
de alcohol y humo.
Piano terrible,
bien me acuerdo,
que tanto te gustaba.
Justo al punto
de un mi bemol.

Suave calor que se posa
sobre mis hombros fríos,
como tiro de droga perversa.
Son tus manos.
El ritmo acelera
¡los sonidos se desbocan!
casi incontrolables.
¡Corcheas bailando con sostenidos!
¡otro trago!
y siento un temblor
¡sinfonía loca en allegro molto!
¡Arlequines dando brincos!
criminales payasos que dan vueltas
y vueltas alrededor de mi mesa
sacándome la lengua,
intentando, consiguiendo
que enloquezca.

Un campo de amapolas,
el nuestro.

Llueve en el río.

El viejo árbol grande.

La casa vieja.

La hierba fresca.

Todo aquello,
que destrozó el tiempo.
Todo aquello que fue tu vida
y la mia.
Nuestra vida,
que nos robó el destino.

Manos suaves como crema
que se deslizan por mi espalda,
que me acarician y me arrancan
la vida a trozos
¡sin remordimiento!
¡sin compasión!
Manos suaves en la memoria
que al llanto llaman.

¡como duele el pecho!
¡como duelen los golpes de tecla!
como mazos triturando vidas
torciendo y retorciendo la mía...

Quien puede frenar un corazón
que galopante busca escape.
¡Latidos como campanazos!
¡empujan ríos de sangre
al pensamiento atribulado,
atrapado sin remedio
en otro tiempo,
y en otro lugar.

La ventana.

El cañaveral.

El piano.

Unos ojos grandes,
tus ojos...

Nuestro rincón de pecar.

No lo he olvidado
como olvidar...
¡maldita sea!
¡como mierda olvidar...!

Manos que acarician mi cuello
manos que fueron las tuyas
reales en otro momento
¡ya lejano!
y que me revuelven el pelo
casi con maldad.
Un nudo en la garganta.
Casi con odio.

Borracho...
de alcohol, si...de amargura, si
de malditos recuerdos...
de pura soledad.

Tiemblo, si
como todas las noches.
¡Y duelen si!
¡duelen como mala tortura!
esas etéreas manos...
las tuyas
las que vivas siento
rozarme, la carne y el alma
en esta condena perpetua
a la que yo mismo me condené.

Esta noche no quiero olvidar
si es que puedo recordarte.

Ya está, ya pasó
ya te vas.
Sin vuelta atrás,
se acaba
sin permiso ni remedio
este minuto miserable
que con rencor ácido
me prestas noche tras noche.

Te vas como siempre
llevándote contigo tu calor
el único calor que me permite
seguir viviendo y a la vez morirme.

Te vas como vienes,
en silencio,
sin ruido,
apenas un soplo,
rozando leve el aire
acaso eres un sueño?
como de puntillas

Te vas como todas las madrugadas
de viejas canciones
de enfermas añoranzas
de humo y de alcohol.
Te vas, bailarina
bailando en mí
esta canción pérfida.

Te esperaré también mañana
pecosa.
A la madrugada.
Como todas las madrugadas
de mi funesta existencia.
Te esperaré con Lito
con sus dementes delirios.
Esperaré tus tibias manos,
las que tanto quise.

Borracho de penas.
Borracho de tu ausencia.

Borracho de ti.

Ya amanece.
Está aquí otra vez
este sucio presente.

¡Borracho como una cuba!
¡Iros ya payasos!
¡Dejadme en paz!
otro trago, largo...
¡Joder, que rico está este mezcal!
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El llanto de las mariposas. (Carta para ti)

¿De olvidar?
No puedo.

Resuena con dolor
en el rocío de la hierba fresca.

Me sangra la corteza del árbol,
y yo no puedo permitirme olvidar.

Murió de paso del tiempo
el corazoncito grabado a navaja,
y yo no puedo permitirme olvidar.

Resuena con dolor
en las pisadas de antaño,
en la tierra recién mojada.

Resuena con dolor
en el eco perdido de las piedras,
en el repiqueteo de la lluvia,
en el trino efervescente de los pájaros.
En la suave tranquilidad
que se convirtió en infierno,
y yo no puedo permitirme olvidar.

Resuena con dolor
en el ayer perdido
y en el hoy que necesita ser conquistado.

Instintivamente.
Continuamente.

Tengo que seguir observando.
Y observándome.
Analizando
y analizándome.
Remasterizando
y remasterizándome.
Reprogramando
y reprogramándome.
Equivocándome.
Corrigiendo,
y volviéndome a equivocar.

Recordando.

Resonando.

Superando como puedo
cada trocito de tiempo.

Tengo que seguir irremediablemente
distorsionando la realidad
para poder digerirla a través
de mi propio filtro.

Y si puedo,
vomitarla.

Entonteciéndome o enloqueciendo.
Saltándome las reglas,
o pisoteándolas.

Oyendo el canto del pequeño querubín
a pesar de mi sordera crónica autoimpuesta.
Leyendo la amalgama de la palabra
expuesta por entes opacos,
oníricos y sin alma.
Sin duda mis amigos.
¿Sin duda?
Intrusos sin ningún derecho.
Como yo.

Los que consiguieron meterme por el embudo
del que no puedo huir.

Pero tu sabes que solo son
exigencias del guión.
Del que escribieron otros.

Calavérica peste sin solución,
remedio, ni vuelta atrás.
Ya se extinguió hace tiempo
reventado por el exceso de trabajo
el especialista que con gran pericia
y amablemente
solucionaba todos estos temas.

Murió el figurante de puro abandono.

De abandonarnos.

Callaron para siempre los anhelantes silencios.
Se perdió irremediablemente
el ramillete de margaritas
que yacen secas dentro de algún viejo libro.
Se desvaneció por completo la mirada
con el rabillo del ojo.
No puedo permitirme olvidar.

Resuena con dolor la clave de sol
dibujada en la tapa de un piano.

Todo resuena con dolor.

Como el ruido del cañon
tras la guerra.

Como el sonido del tren que parte
para no volver jamás.

Como el llanto de las mariposas.

Y absolutamente nada impide
que te siga recordando.

Obsesivamente.

Solo queda
bajar de vez en cuando la vista
para no pisar algún excremento de perro.
Es mentira.
No toca nada, ni trae buena suerte.
Solo ensucia el zapato.
Seguramente lo único que me queda limpio.

("Si este desierto es todo lo que podré ser
Entonces dime en qué me he convertido."

Mad Man Moon. Génesis)

No me contestan los reflejos de los escaparates.

¿Puedes decírmelo tu?
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2comentarios 218 lecturas versolibre karma: 98

Cabalgata

Torcido mundo
esquinado de males.
De atrancadas puertas, miles
empañados ventanales.
Profundos lloros
y cerrados sentires.

Cabalgata de brighellas
pícaros y absurdos,
paseantes lúgubres
de mi eterna noche.

A volver vuelvo
esquizofrénico quizá,
al son del que siempre
me acompaño.

Tal vez.

Ritmo frenético, wagneriano
pertubador y corrosivo
inhumano, casi mortal.



A dónde fuiste
mi animal salvaje,
de propio brillo
de suave piel.

En que paraiso escondiste
tus malditos ojos.

En que vergel plantaste
tu lírica semblanza.

Pervertida mi vida,
de tus gozos ansiosa.

En qué fontana
se diluyó
tu pecho.

Otra noche hueca,
esperándote.

De desvelo.
Pensando que quizá
a lomos de un sostenido

vuelvas.
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Insalvable cercanía

Que mas me dá quien seas
niña de mirada blanca.
Mil distancias no son nada.

Si puedo sentir sin soñar
como clavo ardiendo
un roce sudoroso.

El vibro agónico
de una cuerda de cello
en tu voz

Un único, solitario
quejido de gozo.

Un beso tuyo
que no gané.
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2comentarios 45 lecturas versolibre karma: 67

Los gritos de la mandrágora. (carta para tí)

A veces, cuando no puedo mas...

Busco.
O al menos lo intento.
En los armarios interiores.
Esos, donde según parece,
por defecto suelo guardar (o esconder)
las buenas y las malas vivencias,
los recuerdos y los olvidos.
Los fulminantes ataques de las panteras
y los cariñosos lamidos de mi perro.
O la insignificante historia de mi pasado.

Tanteo.
Frenéticamente, tratando de encontrar una tabla
salvadora a la que agarrarme
y no puedo encontrarla.
No encuentro nada.
Todo ha desaparecido.
Como si se hubiese reseteado el espíritu.
Todo ha sido devorado por un único amasijo
de vestigios que quedaron, mal aparcados,
como perdido equipaje.
Como una mala infección.

Sabes de qué hablo.

Me pierdo.
En una inmensa planicie helada,
extenuantemente fría
sumida en la oscuridad.
Sin una paupérrima bombilla
que me indique,
siquiera por compasión
hacia donde debo dirigirme.

Como la flor que dejamos secar.

Como merecido castigo.

No reconozco al malabarista del semáforo
ni al hombre pájaro que vive en el piso de abajo.
Pero hablo de vez en cuando con el pequeño batracio
que esconde en su interior al apuesto príncipe.
O ya puestos, a la bella princesita,
rubia, de largas trenzas y ojos azules...
la típica de los cuentos.
O de pelo ondulado y rojizo y ojos oscuros,
penetrantes y casi dañinos.

Sabes bien a quien me refiero.

La titular de alguna que otra realidad pasada,
muerta, pero aún sin enterrar.
La única realidad que invadió mi vida.
Y la tuya.

Y el batracio me cuenta algunos secretillos.
Rumores y cotilleos que refieren
que tu también
estás intentando a la desesperada
divisar una bombilla de guía
en tu propia helada planicie.

También te perdiste por tus armarios.
Lo sé bien.
Y no te imaginas como puedo sentirlo.
Como puede llegar a dolerme.

Después de tanto tiempo
no eches la culpa al destino.
Nunca conocimos a ese señor.

A estas alturas ya no valen las excusas
ni las explicaciones sin lógica alguna
ni los llantos sin consuelo
ni las preguntas de respuesta fácil
ni las respuestas sin pregunta
ni las lágrimas ahogadas
ni las respuestas que son pregunta
ni las miradas perdidas
ni las respuestas que no responden.

Es como predicar en el desierto.

No basta con los mortificantes crepúsculos
incoloros, que aviesamente atormentan los espíritus.
(El tuyo y el mío, por supuesto)
Tampoco es suficiente el asalto perenne
de los remordimientos,
de los meas culpas,
de los que pasó,
ni de los lo siento.
De la impotencia,
De las dudas, o de las búsquedas
sin resultados.
Pesa mas la superioridad infinita
de las historias sin solución.

No nos valen los perdones a destiempo.
Nuestros caminos se alejaron infinitamente.
Se perdieron en nuestros propios infiernos.
por desgracia.

Sigo sin estar preparado
para la escucha sistemática
de tantos silencios,
ni para silenciar todos los adulterios
que me nacen.
Toda la imaginería erótica y vengativa
que me aborda.
O amablemente pervertida.
Perversa, sería la descripción exacta.

Que daría por poder darle la vuelta al tiempo
como a un calcetín.
Volver a aquella vereda
donde nos cruzamos
la primera vez.
Pero...
¿Te volvería a encontrar?
¿Sería distinto?
¿Cometeríamos el mismo error?

Sigo sin estar preparado
para desintoxicarme de una vez por todas
de todo el equipaje que dejaste,
mal aparcado dentro de mí,
en las oquedades distorsionadas
y las esquinas puntiagudas
de mi alma.

Como el ajuar de te quieros tirados por el retrete.
Como el vagón cargado de salvajes besos, de caricias
y de dulces promesas
que se quedó para siempre en la vía muerta.
Expuesto al óxido más corrosivo
y al descarnado escarnio de todas las envidias
de este mundo.
Como el cajón lleno de miradas crónicas,
enamoradas e infinitas, que desapareció perdido
en la cuneta del tiempo.
Como el alféizar que quedó plagado de mordiscos
en los labios, desbordantes de deseo
y que la piqueta destructora de los años
se encargó de borrar.
Como los millones de palabras que sonaron en nuestros oídos
como furiosas tormentas de amor
y que terminaron por achicharrarse en un mar de hielo.

Simple y llanamente,
necesito desintoxicarme,
para encontrar mi tabla
o para ver la bombilla.
Y me es imposible.

Hace ya tiempo
que ambos perdimos la inocencia
en el cajón de alguna mesita de noche
que no era la nuestra,
en el desolado semicalor de algún colchón
barato y sucio, de quien sabe quien,
entre los parches de muchas sábanas
rotas y mal cosidas, desconocidas y ásperas.
Al igual que nuestra obsoleta niñez.

Hoy por hoy me seguiré conformando
con mi conformista conformismo.
Con la endiablada inercia
de los días - nada.
Vividos a cómodos y letárgicos plazos
y sin cantidad en depósito.
Me seguiré conformando
con la panacea de los gestos agradables
sin motivo aparente.
Descaradamente falsos.
Tapándome los oídos para no oír
el horroroso grito de la mandrágora,
que quiere matarme
a pesar de que no fui yo
el que decidió quitarle la vida
arrancándola de la tierra.

Seguiré manteniendo mi fidelidad obtusa,
amorfa y robótica
a las torpes convicciones
que nunca me convencieron.
Como mandan los cánones
de la cobardía,
de la inseguridad,
del obligado olvido,
del dejarme llevar,
del ingente y atormentante miedo.
¿A qué?

Se que entiendes lo que digo.
Los dos seguiremos con nuestras absurdas rutinas.
Caminando descalzos por esas larguísimas carreteras
de asfalto hirviente
que no llevan a ninguna parte.

Aún así
seguiré recordando y recordándote
en cada canción que escucho
y en cada poema que leo.
En cada charco que piso.
En cada cristal que veo tu reflejo.
En cada noche que el puto sueño no llega
y en cada día que malvivo.

¡Dios! que cansado me siento.

No se me permite dejar de subir y bajar
esta puta escalera de Penrose
que me atrapó,
y a la que el muy capullo no fue capaz
de dejarle una puñetera salida,
ni siquiera indigna.

¿Cuando subí a ella?
¿O me subiste?
¿O subimos los dos?
¿Como ocurrió?
No puedo recordarlo,
por más que lo intento.

¿Cuál fue la causa?

¿Podrías responderme,
a ser posible, con respuesta
que responda,
a esta pregunta, por favor?

Quizá, si lo hicieras,
podría dormir en paz,
alguna que otra noche.

Podría descansar.
Dejar de buscar en los armarios vacíos.
Dejar de preguntarme.
Dejar de preguntarte.

Dejar de taparme los oídos,
temblando todo el tiempo,
para no escuchar el terrible grito
de la mandrágora,
empeñada en matarme.

Y en matarte.

Es nuestro merecido castigo.
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sin comentarios 61 lecturas versolibre karma: 29