Se quedó helada al escuchar la propuesta y con el anillo aún frente a ella, esperando una respuesta… agachó la vista, pensando en aquél que realmente amaba...
Recordaba que ya había hecho suficiente por recuperarlo, pero aquél seguía negándole su amor, su perdón e incluso, se había enterado de que ya estaba casado… Esa decisión la había marcado tanto, le dolía tanto...
Todo esto pasó por su cabeza en pocos segundos, mientras su enamorado seguía de rodillas frente a ella, ya sin su silla de ruedas.
De un segundo a otro sólo escuchó su propia voz, saliendo de su pecho, aceptando la propuesta, creyendo en su interior que quizá con el olvidaría a aquél a quien de verdad amaba y que con el tiempo de este chico se enamoraría, después de todo él, aún con una silla de ruedas la había conquistado dándole los más hermosos detalles que nunca hubiera esperado, cartas y sorpresas, además ¿Quién la iba a tratar igual, quién la iba a amar igual?.
Ella no pensó en ese momento que en unos años todo cambiaría...
El chico que algún día estuvo en una silla de ruedas y que en otro tiempo, tanto la amó, había cambiado, ¿La razón?, Esa enfermedad empeoró, imposibilitándolo para trabajar, para llevar una vida normal, le prohibieron viajar, ya no podía darle la vida cómoda a la que él la acostumbró, eso lo frustraba, lo deprimía, lo lastimaba, ella sufría con él al ver su dolor, quiso consolarlo, ayudarlo, le ofreció sus manos:
— Amor, no te preocupes, yo comenzaré a trabajar, después de todo me conociste trabajando, para mí no es problema.
Le ofreció también sus órganos, él se negó a aceptar, no quería arruinarla, si hubiera podido le habría dado su vida, lo amaba, le debía tanto…
El por otro lado, no tuvo otra opción que dejarla salir a trabajar, aunque dentro de sí sabía que muchos ojos la verían, hasta ahora se las había arreglado para convencerla de no ejercer su profesión, no quería que otros ojos la miraran, la quería sólo para él.
Sabía que dejándola trabajar, conocería más gente y tuvo miedo, ella no sabía que cada que salía al trabajo él se sentía inseguro.
Las cosas empeoraron con los días, con los años, él enfermó más, se deprimió más, se dejó crecer la barba, se dejó de asear, se abandonó a la enfermedad, viertiendo sobre ella la ira que sentía por su discapacidad, por su inseguridad, por no poder llevar una vida normal.
Ella sin darse cuenta había dejado sus sueños a un lado y su nueva rutina era ir al trabajo, cuidarlo en el hospital, los deberes de casa y sin darse cuenta, de pronto se vio envuelta en un mundo donde había perdido su encantadora sonrisa, había guardado sus sueños para dedicarse a él…
Él era duro con ella y lejos estaba de agradecer su esfuerzo.
El trabajo de ella, un mundo de ingenieros, ella no lo sabía, pero se movían en el mismo medio, amores de antaño… el destino, algo le tenía preparado. Un día contactó a un proveedor, lo citó para negociar la compra, iba tarde, llamó al oficial de vigilancia para que pasaran al proveedor a la sala de juntas y ahí la esperaran…
Abrió la puerta de la sala de juntas y ante sus ojos, aquél que en el pasado no quiso perdonarla, al verla, se levantó repentinamente y al incorporase, casi cae de su silla, literalmente la sorpresa lo desequilibró, no esperaba verla, la contempló…, los años le sentaban muy bien, haciéndola lucir hermosa, mejor de como la conoció…
Cerraron el trato y como en muchas de sus negociaciones, la invitó a comer, durante la comida, le confesó estar arrepentido de la decisión que tomó en el pasado y de haberla rechazado, le confesó también lo mucho que la admiraba, lo mucho que le encantaba, se casó amándola, pero, había algo diferente en ella, esa sonrisa encantadora de antaño, ya no estaba ahí, había abandonado el rostro de esa mujer, dejando en su lugar unos ojos tristes, quiso consolarla, abrazarla, pero el tiempo y las circunstancias, se lo impidieron…
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