Rodearme entre la espuma de sus ojos serenos
Y decorarme con sus palabras y esencias.
Ya me refugio en torno a sus orillas espesas.
A ese manantial de leche, brotando de su pecho.
Escuálido pellejo, mis ojos dulcemente
Susurran el aceite que derrama la boca.
Y sólo me imagino, lo que viene, me toca
Me toca el corazón con su lluvia creciente.
Cae la espesa mañana y el susurro acredita,
Noviembre que predica, su dulce gradiente.
El fuego en demasía, los colores de oriente
Han colmado la arena de esta arcilla bendita.
Exhalan mis sentidos con un gesto, la luna
Y sin saber, despierto a esa luna viviente
Me descose los llantos, me laguna en su vientre
Otra vez, la espesura, de sus manos me acunan.
Y llegó el dulce día, con el sol matutino
A las puertas del río que ilumina mi vida
Ella está acobijada, con su firme y surtida
Esperanza de ver, como crece este niño.
Oscar Antonio Bernal Albernez
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