En algún café de Moscú.
Chéjov. -¡Buenas noches caballero!
Wilde. -¡Buenas noches!
Chéjov. -¿Vodka o café?
Wilde. -Café por favor. Gracias.
Chéjov.- ¿Cuándo llegó a la ciudad?
Wilde. - Hace un par de horas.
Chéjov.- En su carta me habló de un nuevo proyecto.
Wilde. - Si, recién lo terminé es una obra de teatro: “Marido Ideal”.
Chéjov.- (Pensativo). La idealización es la materia prima de todo escritor sólo tiene vida en unas cuantas páginas. (Sonríe).
Wilde. (Sonríe). - En Irlanda se habla de sus obras con gran interés de su carrera como dramaturgo, me alegra saber que compartimos la misma pasión por el teatro. Creo que si la importancia de usted es fundamental para el teatro contemporáneo no es menor la decisiva influencia que han ejercido sus cuentos.
Chéjov.- ¡Son exageraciones señor Wilde! (sonríe). - Lo que hago básicamente es plasmar la visión pesimista del hombre y de la sociedad con ciertos dejos de ironía y un sutil sentido del humor. El hombre, señor Wilde es pesimista por naturaleza una condición inalterable.
Wilde.- Insoslayable, diría. Observo que en la medida que logra su objetivo acrecienta su descontento consigo mismo y el mundo, es contradictorio.
Chéjov. -¡La eterna querella por la excelencia! (sonríe).
Wilde. - No es descabellado pero obviamos las cosas que a simple vista parecen superficiales son las que más importancia tienen, todo por buscar una perfección ilusoria.
Chéjov. - El teatro la hace realidad, en su caso, sus obras gozan de gran aceptación entre el público y la crítica por la elegancia de su estilo como por las reflexiones sobre el arte y la vida, principalmente por ese singular autenticismo de la que sus creaciones están impresas.
Wilde. - Honor que sus palabras me hacen (sonríe). Tengo entendido que siempre estuvo ligado al Teatro de Arte de Moscú un verdadero privilegio estar en un recinto donde no solo se han escenificado grandes joyas también la majestuosidad de sus instalaciones, considerado entre los mejores de Europa.
Chéjov. -Tuve la oportunidad de colaborar con el maestro Stanislavski. Allí se estrenaron mis principales piezas. Señor Wilde, ¿Cómo califica sus obras?
Wilde. - Ingeniosas y paradójicas (sonríe), con profunda crítica social, una inusitada ambientación burguesa y, algo que las caracteriza, su intricada trama.
Chéjov. - ¡Vaya! Teatro burgués (risas). En cambio en mi obra “El Jardín de los Cerezos” planteo el desplazamiento de la nobleza terrateniente por la nueva burguesía.
Wilde. - El teatro es visionario ¿no cree?
Chéjov. - Y excéntrico en otros casos, transmisores de caóticas experiencias humanas.
Wilde. - ¡Admiro su obra! su mayor peculiaridad es su minucioso estudio de la naturaleza humana a través del dialogo, y por la maravillosa creación de ambientes. De sus obras recuerdo en especial “La Gaviota”, la describo como una metáfora de la libertad individual cercenada tristemente por la presión social.
Chéjov._ Veo que está muy familiarizado con mis creaciones (sonríe). Con las suyas también lo estoy. Principalmente con “Salomé”, recrea de manera formidable un episodio bíblico muy conocido y controversial, gracias a mentes estrechas fue prohibida por considerarse obscena y escandalosa, como si el arte fuera algo de lo que debemos avergonzarnos por determinadas maneras de concebir una idea y exteriorizar una inquietud, tocando puntos que afectan la moral de quienes no poseen ningún sentido estético y artístico.
Wilde. - La moral señor Chéjov es un espejismo. Un tratado filosófico y no una condición sine qua non.
Chéjov. - (Sonríe). Es usted un caballero de amplio sentido, Irlanda debe sentir orgullo al saberse representada por lo más granado del intelecto de su tiempo. ¡Salute señor Wilde!
Wilde. - Y Rusia por la modernidad desplegada en sus obras que lo convierten en el dramaturgo de mejor talante y, lo sitúa entre los más grandes cultivadores del cuento moderno. ¡Salute maestro!
El invierno arreciaba en la ciudad.
Yaneth Hernández
Venezuela
Derechos reservados.
254 lecturas relato karma: 84