Alfombra roja.
Ojos como flashes.
Frases que buscan tu atención.

Contener la respiración cuando miras.
No posas para nadie.
Nadie te mira como yo,
aunque sea una moda mirarte.

Existen sueños recurrentes,
incontrolados.
Gentes, que recurren a los mismos sueños.
Tras mucha lucha, tras muchos años.
Se llaman valientes.

Como quien roba en el día
su noche de ayer.
Como caminan los gatos
del amanecer.
Como se hiere con besos
los corazones,
que dije que amé.

Como un bandido de noche,
un roce de bocas.
Dos copas sin sed.
Un triste sin llanto,
un alegre sin canta,
y rio sin pez.

Un fugitivo encontrado,
tu cama sin rastro,
de cuando te amé.
Un recuerdo encerrado
en el cuerpo soñado,
que un día besé.

Aguanta impasible,
voces que no cesan.
Con baile invisible
mostrando pereza.

Escucha con sordera
ruidosas palabras.
Que inspiran chirigoteras
sus consecuentes ideas.

Suma reproches,
horas en su coche.
Whiskys en sus noches,
y se siente un fantoche.

Busca besos sin amor,
ama los versos.
Sed complacida.
Olvida la vida.

Ronca mi voz de estar contigo.
Roncan mis pensamientos si no estás.

Los muros caídos
no deben hacer sino ruido,
deben ser pared de poesía,
sin ser vacía.
Sino la que recuerde que un día,
ese lugar, supo que el mundo
es un espacio peligroso.

No deben ser solo pizarras de amor.
Deben recordar también nuestra
condición.
No olvidemos quien somos,
que sucedió.
Que puede suceder...
Pintemos los muros con poemas,
que nos hagan aprender.